La “crisis” prolongada que ha vivido México ha trazado una frontera interna -norte y sur-, con grandes diferencias. Si bien las transferencias y subsidios en términos de una política salarial –México sólo es competitivo por lo bajo de sus salarios-, dependen de la continua polarización y pauperización de ciertos sectores en el sur del país, la inseguridad y precariedad en el empleo no se reducen a un sector, rama o región: son la constante del actual modelo de desarrollo, afirma Ricardo F. Macip Ríos, investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, de la BUAP.
La renegociación del TLCAN y la inflación aún no controlada, entre otros indicadores, podrían determinar un escenario de desaceleración económica durante 2018 en México, un país con más de la mitad de sus habitantes en situación de pobreza y pobreza extrema, cuyo crecimiento estimado para este año es de tan sólo 2 por ciento.
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De acuerdo con Ricardo F. Macip, doctor en Antropología Social, por la New School for Social Research en Nueva York, miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2005, el primer elemento que destaca de las reformas estructurales sobre la “crisis” es la expresión territorial. “La frontera norte adoptó una forma de integración con Estados Unidos, de la cual derivó el crecimiento de ciudades como Tijuana y Juárez, con poblaciones y extensión inéditas para la región. No obstante, se mantiene el modelo maquilador con mejoras subsectoriales”.
El también autor de artículos en revistas especializadas y del libro Semos un país de peones. Café, crisis y el estado neoliberal en el centro de Veracruz (2005) agrega que la migración hacia las ciudades del sur, sureste y centros turísticos es principalmente en el sector servicios, caracterizado por la informalidad y bajo valor agregado. Se trata de estrategias de autoempleo y subsistencia por encima de las cuales hay procesos de subindustrialización, segmentación y fragmentación de la producción, así como la defensa de modelos de economía política de desarrollo rural.
En su opinión, “la renegociación del TLCAN no es relevante. Es la defensa del mismo por los partidos, sectores y liderazgos en México, como consenso forzado en un Estado dedicado a moderar el proceso de acumulación de capital, a favor de empresas y corporaciones contra la población asalariada”.
Debido a que una crisis es temporal y supone un cambio a otra situación o condición, para Ricardo F. Macip no es posible hablar de “crisis” en México: “La crisis terminó con el proyecto de ‘desarrollo estabilizador’ del ‘nacionalismo revolucionario’, dando paso a una modernidad neoliberal y globalizante”.
ARP