Contaminación asfixia a todo Valle de México

Diariamente se producen 157 mil toneladas de emisiones contaminantes al aire, lo que pone en jaque la salud de más de 21 millones de habitantes.

La imagen urbana es catastrófica.
Ana Salazar
Naucalpan /

En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), al día son arrastradas por el aire más de 157 mil toneladas de emisiones contaminantes, en promedio. La mayoría de éstas son generadas por industrias químicas, alimentarias, cementeras y de fabricación de plásticos, así como de generación y transmisión de energía eléctrica.

Tan solo de gases de efecto invernadero, se emiten alrededor de 56.2 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente y mil 793 toneladas de carbono negro anualmente en el aire de esta región y es el transporte el que contribuye con el 84 por ciento totales y a los automotores pesados se les atribuye un 64 por ciento debido a uso de diésel como combustible.

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Así, las ciudades metropolitanas que albergan unos 21 millones de habitantes ceden asfixiadas ante volúmenes alarmantes de contaminantes producidos por las fuentes principales urbanas como los gases de escape de 5.3 millones de vehículos automotores, las de las fábricas y las centrales eléctricas donde se observan columnas de humo de las que utilizan carbón.

Ciudades metropolitanas ceden asfixiadas

La ZMVM sufre las consecuencias de su enorme crecimiento poblacional, industrial y comercial que caracteriza a las grandes metrópolis, en donde se exponen a la atmósfera más de 157 mil toneladas diarias de contaminantes, con enormes costos en salud pública por los padecimientos respiratorios de niños y ancianos la población más susceptible.

La contaminación ambiental es un problema de salud pública que enfrentan todas las ciudades de la República Mexicana, donde se presentan episodios de altos niveles dañinos debido al incremento de transporte, la producción industrial y a las actividades comercial y de servicios, lo que significa una presión sobre la calidad del aire, sostuvo Enrique Collado López, ex director de Proyectos Especiales de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno estatal.

De acuerdo con cifras del Inventario de Emisiones Contaminantes de la Ciudad de México 2014, elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente en coordinación con autoridades ambientales federales y del Estado de México, los compuestos químicos nocivos para la salud alcanzan un promedio anual de más de 132 mil toneladas en la zona metropolitana, de las cuales más de 99 por ciento proviene de compuestos orgánicos totales (gases de hidrocarburos) y el resto son metales.

El tolueno es el compuesto tóxico con mayor presencia en el aire en la zona metropolitana, con 23 por ciento de las emisiones totales, mientras los isómeros de xileno representan 12 por ciento, y el metanol abarca 10 por ciento, destaca el documento.

El documento destaca que otro compuesto tóxico importante encontrado en el aire es el etilbenceno, con 6.7 por ciento de las enviadas totales, el cual proviene de los hidrocarburos no quemados de la combustión de gas LP.

En cuanto a los metales, señala que se estima una polusión anual de 422 toneladas, principalmente plomo, aluminio, fósforo y zinc, con entre 40 mil y 60 mil kilogramos al año cada uno.

El documento, que es la medición más reciente sobre esta problemática, señala que éstos provienen principalmente del Estado de México, con 60 por ciento, y el resto son emisiones generadas en la Ciudad de México.

Y agrega: “Los contaminantes tóxicos del aire, son compuestos químicos nocivos a la salud humana, cuyos efectos agudos y crónicos pueden presentarse a corto o a largo plazo.

En 2014 se evaluaron alrededor de 166 residuos tóxicos, con un daño ambiental de más de 132 mil toneladas, las cuales en su mayoría provienen de los compuestos orgánicos totales (COT) y menos del uno por ciento en peso son metales tóxicos.

Y son las industrias las que utilizan una gran cantidad de sustancias como materias primas, por lo que del total de las emisiones de compuestos orgánicos totales que liberan al aire, 43 por ciento son consideradas tóxicas.

Agrega que al año también se producen en la zona metropolitana del Valle de México, en términos de precursores de ozono, se emitieron al aire 138 mil 454 toneladas anuales de óxido de nitrógeno (NOX) y 360 mil 123 toneladas de compuestos orgánicos volátiles (COV).

Respecto a las partículas, estas se calculó una producción de 31 mil 431 toneladas anuales menores a 10 micrómetros (PM10) de este volumen, 41 por ciento corresponden a átomos menores a 2.5 micrómetros, con características microscópicas que tienen la oportunidad de entrar a las vías respiratorias y, por tanto, son las que tienen mayores efectos en la salud, pues contienen sulfatos, nitratos y carbón, sustancias que entran a los pulmones y al sistema cardiovascular, envenenándolos y causando graves riesgos para la salud.

Con relación a los gases de efecto invernadero, se emitieron al aire de esta región alrededor de 56.2 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente y mil 793 toneladas de carbono negro.


Encienden focos amarillos

A escala mundial, recientemente la Organización Meteorológica Mundial, en su boletín lanzó una alerta por el aumento en la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera a una velocidad récord en 2016, alcanzando el nivel más alto en 800 mil años.

Los bruscos cambios observados en la atmósfera en los últimos 70 años no tienen precedentes con relación a la alta concentración de gases de efecto invernadero.

La concentración media mundial de CO2 pasó de las 400,00 partes por millón (ppm) de 2015 a 403,3 ppm en 2016, como resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio de El Niño.

Actualmente la concentración de CO2 representa el 145 por ciento de los niveles preindustriales (antes de 1750), se señala en el boletín intitulado “Los Gases de Efecto Invernadero”.

El rápido aumento de los niveles atmosféricos de CO2 y de otros gases de efecto invernadero podría producir cambios sin precedentes en los sistemas climáticos, causando “graves perturbaciones ecológicas y económicas”, se indica en el documento informativo.

La información anual se basa en las observaciones del Programa de la Vigilancia de la Atmósfera Global de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Estas observaciones contribuyen a determinar los cambios en los niveles de los gases de efecto invernadero y actúan como un sistema de alerta temprana al detectar modificaciones de esos impulsores atmosféricos decisivos del cambio climático.

El crecimiento demográfico, unas prácticas agrícolas más intensivas, un mayor uso de la tierra y el aumento de la deforestación, la industrialización y el consiguiente uso de energía procedente de fuentes fósiles han contribuido, todos, a una aceleración de la tasa de aumento de la concentración de gases de este efecto dañino para la atmósfera desde el inicio de la era industrial, en 1750.

“Si no reducimos rápidamente las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero, nos veremos abocados a un peligroso aumento de la temperatura hacia finales de este siglo, muy por encima de la meta fijada en el Acuerdo de París sobre el cambio climático”, hizo notar la organización.

“El CO2 permanece en la atmósfera durante cientos de años y aún más en los océanos. Según las leyes de la física, en el futuro las temperaturas serán mucho más altas y el clima más extremo.

Hoy no existe ninguna varita mágica para eliminar el CO2 de la atmósfera”.


La contaminación no tiene fronteras

Cifras del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indican que existen 76 mil 476 industrias en la zona metropolitana del valle de México, 52 por ciento en el estado de México y uno por ciento en Hidalgo.

Las principales naves industriales se ubican en los corredores Naucalpan, Cuautitlán, Tultitlán, Tepotzotlán, Tlalnepantla, Vallejo-Azcapotzalco e Iztapalapa, entre otros.

Les siguen las plantas de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, como las de Coyotepec, Cuautitlán, Vallejo, de los Remedios y Valle de México, todas de jurisdicción federal.

El diagnóstico indica que no son necesariamente termoeléctricas como la de Lechería o Valle de México las de mayores emisiones.

Casi la mitad de las empresas incluidas en la lista se localizan en el Estado de México, y pese a que algunas han instalado tecnología de reducción de emisiones, siguen dentro de las más contaminantes.

Algunas ni siquiera están incluidas en el inventario, debido a que en el Estado de México, a algunos municipios se les otorgan atribuciones sobre la regulación de las industrias y para el cálculo de emisiones sólo se contabilizaron los que registra el gobierno estatal, se advierte en el documento.

En el caso del óxido de nitrógeno indica que en el estado de México hay zonas localizadas de alta emisión, resultado conjunto de la actividad vehicular e industrial, en específico por la generación de energía eléctrica, ubicadas en Acolman, así como de fabricación de productos con base en minerales no metálicos en Tultitlán, entre otros.

Advierte el estudio de una distribución espacial del CO2equivalente, el cual muestra las mayores emisiones en la zona central; debido a que este contaminante emitido principalmente por el transporte y a que es el área de mayor intensidad de flujo vehicular. También, se presentan puntos de alta emisión, donde se conjuntan las emisiones generadas por sector industrial como en Tlalnepantla y Atizapán, además de la generación de energía eléctrica en el municipio de Acolman y la cementera en Apaxco.

Enrique Collado López, ex director de Proyectos Especiales de la Secretaría de Medio Ambiente, explica que la concentración de industrias y los vientos dominantes que provienen del norte a sur arrastren las emisiones contaminantes que se producen en el estado de México e Hidalgo a esta metrópoli.

El ozono es un contaminante secundario que se forma por emisiones de óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, y no necesariamente donde se emite se genera la contaminación, debido a los vientos y a la propia química atmosférica, sostuvo Enrique Collado.

MMCF

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