Por su naturaleza arcillosa y lacustre, el suelo de Iztapalapa se hunde y se fractura, pero para los damnificados la indiferencia de las autoridades es la que genera que las grietas se hagan más profundas y aumenten los riesgos.
Desde 2008, la demarcación opera el Centro de Evaluación de Riesgos Geológicos (CERG), en colaboración con la UNAM, para monitorear el comportamiento del sistema de grietas y aplicar medidas de mitigación.
No obstante, de acuerdo con Dora Carreón, investigadora del Instituto de Geociencias de la UNAM y fundadora del centro, en la administración actual, de Dione Anguiano, los recursos y la comunicación con la academia se redujeron.
“Iztapalapa fue durante mucho tiempo un botón de muestra de cómo deben hacerse las cosas en este sentido, la relación academia-gobierno, la relación entre la propia gestión del riesgo dentro de la delegación con el CERG, que hacían reuniones frecuentes para identificar problemas.
“Lo que hemos notado en la última administración es que disminuyó el apoyo al centro, no se ha dado mantenimiento a las estaciones (monitoreo de grietas), no se han actualizado los equipos y no se han firmado convenios de colaboración como lo hacíamos desde que se fundó el centro. Nos permiten trabajar en ciertas áreas, pero el puente de comunicación se rompió”, expuso.
Desde 2012 la delegación cuenta con seis estaciones de medición de deformación superficial (EMDS) —sensores para medir el avance de grietas—, ubicadas en las zonas con mayor riesgo geológico, como San Lorenzo Tezonco; no obstante, solo dos funcionan parcialmente y el resto están abandonadas o vandalizadas.
Se ubican en las colonias La Era, Jacarandas, Benito Juárez, El Molino, Francisco Villa y San Miguel Teotongo; estas dos últimas son las que operan parcialmente.
MILENIO recorrió las estaciones en las colonias El Molino y Jacarandas y constató el deterioro. Ubicados en una reja, los sensores están incompletos, oxidados y en medio de hierba crecida. Incluso, en El Molino el desplazamiento vertical de tierra de hasta un metro terminó por fracturarlo.
“Cuando nos vinieron a instalar el aparato nos prometieron que sería muy útil para aprender a convivir con nuestra grieta. Hasta supimos que capacitaron a gente. Venía gente de la UNAM y la delegación, pero luego dejaron de venir. No han buscado a los comités o a algún encargado de la colonia para explicarnos o para decirnos que realmente funciona; sabemos que ya no funciona porque le hacen falta piezas, así no estaba. Ahora hasta se meten las personas a dormir, están en el abandono total”, reclamó Rocío Lemus, del comité vecinal de la Colonia Jacarandas.
Al respecto, la delegada justificó que bajo su gestión el CERG se transformó para tener un mayor acercamiento con los habitantes, pero no detalló el plan de trabajo que ha seguido.
“Cambiamos el sentido del CERG, cambiamos más que simplemente hacer investigación; hicimos investigación, pero también lo pusimos a trabajar y le dimos la capacitación a la gente.
“Simplemente transformamos el CERG, podríamos sacar los presupuestos y es la vez que más ha tenido presupuesto la delegación Iztapalapa en materia de Protección Civil, en materia del centro... tenemos los alertamientos, ya tenemos un sistema y chats con los vecinos”, explicó.
Este año, Iztapalapa fue la delegación que recibió más recursos, incluso aumentó su presupuesto en 5.9 por ciento, al pasar de 3.9 mil millones de pesos en 2016 a 4.1 mil millones de pesos en 2017.
La especialista Carreón añadió que la delegación cuenta con un laboratorio de caracterización de materiales para análisis y diseño de compuestos para el relleno de fracturas, cuyos sistemas no han sido actualizados en, por lo menos, los últimos tres años.
“He enviado varias propuestas y he solicitado reuniones para continuar con el desarrollo del CERG, pero no he tenido respuesta. Me imagino que es una visión diferente, no sé cuál es la de la delegada... lo que sí sé es que tiene las mismas computadoras que compramos en 2012 y no han tenido ningún apoyo para el mantenimiento de las estaciones de deformación, ni la actualización de los sistemas”, dijo.
La alta densidad poblacional y la extracción de agua subterránea colocan a Iztapalapa vulnerable al fraccionamiento.