La cobertura de información sobre métodos anticonceptivos y la oferta institucional en materia de planificación familiar y anticoncepción, no han garantizado la disminución del embarazo en adolescentes, señalaron los investigadores Alfonso Mejía Modesto e Ilse Ibeth Díaz Ramírez en su libro "Las Transformaciones Demográficas y la Segunda Modernidad al inicio del siglo XXI en México", editado por el Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal (CEAPE).
Los especialistas explicaron que se han dejan de lado otros factores como la violencia donde se desenvuelven los jóvenes, la incertidumbre y la construcción de los significados. En las últimas décadas hubo un incremento en la entidad de mujeres que tuvieron un hijo antes de los 20 años, pues en 1990 era de 11.5 por ciento de la población y en 2010 subió a 12.5, a pesar de que hay más campañas sobre cómo evitar concebir; asimismo no es privativo de zonas rurales sino también en urbanas.
Señalaron que la fecundidad entre menores es considerada como uno de los problemas demográficos máximos, no obstante que no han sido tomadas en cuenta otras razones “por considerar que los jóvenes deben alejarse del ejercicio de la sexualidad coital por placer y sin fines de reproducción, lo cual es propio de una visión idealizada y distante de la realidad social del siglo XXI”. Las políticas de población no avanzan en la explicación del embarazo adolescente y dejan de lado otros factores como la violencia donde se desenvuelven, la incertidumbre y la construcción de los significados.
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“El embarazo adolescente puede abordarse de manera mucho más clara al entender que las mujeres en tal situación no han enfrentado su vida, decisiones y riesgos reproductivos de manera individual; no han encarado la individualización, pero, por otro lado, tampoco gozan de todos los beneficios del Estado y del ejercicio de los derechos individuales que les corresponden”, puntualizaron.
Si bien es fundamental la promoción de anticonceptivos, no son suficientes para que los más jóvenes elijan un proyecto de vida, y es que no todos los usan desde su primera relación sexual, lo que conlleva consecuencias para su salud. Además, muchos no controlan sus decisiones ni los riesgos porque creen que no les pasará nada, por lo que debe fomentarse una sexualidad responsable.
Aunque por mucho tiempo se ha atribuido esta situación a la falta de acceso a métodos anticonceptivos, las mujeres más jóvenes son las que más los obtienen junto con información al respecto; es fácil comprarlos, pero hay varios factores que deben contemplarse, señalaron los autores.
Conforme al investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), José Antonio Soberón Mora, por otra parte las campañas de prevención no pueden llevarse a cabo bajo los mismos esquemas en una ciudad que en una zona rural, porque el contexto cultural es distinto, debido a que mientras en determinadas regiones a los 19 o 20 años una mujer ya es muy grande para casarse, en otras es el momento pleno de su desarrollo.
KVS