Los nuevos robots creados para el sexo, como el famoso humanoide mujer de la película Blade Runner, amenazan con transformar en las futuras relaciones entre seres humanos y androides, un tema del que se habla poco pero cuyas consecuencias pueden ser muy significativas.
Noel Sharkey, un reconocido profesor emérito de robótica e inteligencia artificial de la Universidad de Sheffield, de Inglaterra, señaló que la sociedad debe tener en cuenta el impacto y riesgo de todos los tipos de robots sexuales para definir lo que es permisible.
El debate fue abierto por un informe, luego retomado por la revista Nature en su sitio web, publicado en Gran Bretaña por la Fundación para la Robótica Responsable.
Titulado “Nuestro futuro sexual con los robots”, el texto sugiere una reflexión sobre los escenarios que pueden abrirse en 10 o 15 años, inspirados en lo que ya está sucediendo en Asia con la difusión de las muñecas-robots, imagen casi perfecta de mujeres que están destinadas al sexo.
Negocio de 30 mil mdd
El informe da a conocer que el mercado de la tecnología del sexo maneja negocios a escala mundial cercanos a 30 mil millones de dólares, pero es imposible saber cuántas personas poseen ya muñecas-robots para cuestiones de erotismo.
El desarrollo tecnológico en el campo de la robótica y la inteligencia artificial sugiere que máquinas muy evolucionadas están ya en el horizonte. El hecho de que probablemente se inspirarán en la pornografía y serán muy semejantes a los seres humanos de sexo femenino infunde legítimos temores.
Las investigaciones científicas que indagan las consecuencias sociales, legales y morales de las relaciones con los robots son poquísimas, según Nature, porque son consideradas vulgares y sensacionalistas por el mundo académico.
Por ejemplo, el Congreso Internacional sobre el Amor y el Sexo con los Robots fue trasladado de la Ciudad Universitaria, en el corazón de Londres, a la más periférica Goldsmiths, porque quienes debían hospedarlo consideraron el argumento muy incómodo.
No obstante, la dificultad de la investigación en este campo y los tabúes, de acuerdo con Nature, con temas que dan para indagar y mucho: además del impacto de las interacciones entre humanos y autómatas, por ejemplo, existe la cuestión de la privacidad, pues algunos juguetes sexuales inteligentes pueden ser hackeados con el objetivo de recoger datos e información de los usuarios.
El nuevo fenómeno
Los robots sexuales son un fenómeno relativamente nuevo y un paso más allá de las muñecas, que se han sofisticado enormemente en los últimos años.
La mayoría de ellas tiene piel de silicona, esqueleto de metal articulado y cabello y ojos extremadamente realistas.
En su mayoría, tienen forma femenina, aunque la firma Sinthetics, de Los Ángeles, California, ha logrado algún éxito comercial con sus muñecos sexuales.
En el informe “Nuestro futuro sexual con robots”, Sharkey comparte sus preocupaciones sobre este fenómeno y asegura que la sociedad debe tener en cuenta el impacto de todo tipo de robots sexuales.
El científico señaló que es hora de tomar conciencia y visualizar un posible futuro en el que los humanos y los robots tengan relaciones sexuales. “Necesitamos legisladores que lo investiguen y que el público decida lo que es aceptable y permisible”, indicó.
“Los fabricantes de robots sexuales quieren crear una experiencia lo más cercana posible a un encuentro sexual humano (...) Pero los androides no pueden sentir amor, ternura o crear lazos afectivos. En todo caso, lo mejor que pueden hacer es fingirlos.
“La tecnología nos ofrece muchos beneficios, pero, como en todo, hay que buscar un equilibrio”, aseguró por su parte el doctor Aimee van Wynsberghe, co-director de la Fundación para la Responsabilidad Robótica.
“Para las personas que sufren algún tipo de discapacidad o para aquellos que han tenido algún trauma (de contenido sexual), estos robots pueden ser un instrumento beneficioso para ayudarles en su proceso de curación”, señaló.
El diseño de los robots sexuales, que pueden ser tanto masculinos como femeninos, logran llevar a una objetivación de la mujer dado que las versiones femeninas de estos prototipos se diseñan a partir de actrices de la industria pornográfica, lo cual, según el doctor Van Wynsberghe, puede afectar las interacciones humanas de otra manera.