Hipocondría, más visible con el apogeo de internet

Los pacientes carecen de juicio clínico para interpretar la información que hallan en la red, dice especialista; de acuerdo con el IMSS, hay 3.5 millones de personas en esta situación.

Editorial Milenio
México /

El trastorno de la hipocondría, estar convencido de padecer una enfermedad grave por una mala interpretación de síntomas, se ha convertido en una enfermedad cada vez más arraigada, entre otros factores por el auge de internet.

“La hipocondría o hipocondriasis se puede definir como un trastorno psiquiátrico que se caracteriza por una preocupación excesiva por padecer o llegar a padecer una enfermedad grave”, explicó Cristina Lóyzaga, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INP).

Aunque es una enfermedad de la cual se tiene conocimiento desde hace muchos años, la experta considera que el auge del internet ha hecho más visible este padecimiento.

“Antes del internet la búsqueda de información se hacía en bibliotecas, libros y revistas médicas. Ahora se accede a la información desde una computadora, pero los pacientes no tienen los elementos teóricos ni el juicio clínico para interpretarla”, aseguró Lóyzaga.

Medicarse, el problema

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos dos de cada 10 individuos con trastorno de ansiedad por enfermedad deciden medicarse por los resultados de sus búsquedas en internet, lo que puede tener graves consecuencias en su salud.

Por este trastorno, que según cálculos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) afecta a 3.5 millones de habitantes, las personas se sienten enfermas todo el tiempo, además de tener pensamientos fatales sobre su salud y gastar tiempo y dinero en tratamientos.

“Con este tipo de pensamientos aparecen otro tipo de ideas, como tener una enfermedad y que nadie la detecte, sufrir de un infarto y que nadie lo ayude o tienen miedo a morir”, explicó la experta.

La especialista del INP detalla que las personas hipocondriacas, que en su mayoría se ubican en el grupo de edad entre 20 y 40 años, presentan una tensión que los lleva a sobreprotegerse. “Si la persona detectó primero una taquicardia, una erupción en la piel o algo parecido, va a estar revisándose continuamente la piel, tomándose la presión a diario o la temperatura múltiples veces al día”, señaló.

El principal problema con este trastorno es la dificultad para detectarlo, ya que existe gran ignorancia en el ámbito médico por lo que, en promedio, en México pasan siete años antes de que un hipocondriaco pueda ser diagnosticado.

“Los propios médicos piensan que es hipocondriaco, abusan de su preocupación y son pacientes que llegan a ser molestos, pero no se les da una psicoeducación, una información adecuada para explicarles que lo que requieren es atención especializada (en psiquiatría)”, dijo la experta.

Además, detalló que con frecuencia estos pacientes caen en manos de profesionales de la salud que les someten a estudios de laboratorio o incluso quirúrgicos “aunque saben bien que la persona no tiene nada”.

Daños colaterales

El problema más grave, dijo, son los daños colaterales que puede tener la enfermedad no solo en la salud de los pacientes, sino en su vida cotidiana. “Hay una enfermedad real pero es mental. La persona tiene mucha ansiedad que le provoca un deterioro en el funcionamiento global, gasta más tiempo y dinero, lo que lleva a una disfunción en su trabajo, estudio, desempeño social, o de pareja”, aseguró.

Lóyzaga relató que en el INP hay una paciente que ha vivido más de 30 años con la idea de tener un problema intestinal.

“Toma medicamento todos los días para poder evacuar, lo que ha generado cambios físicos gravísimos; la familia está tan involucrada y adaptada con ella en la compra de medicamentos y búsqueda de atención que ya es difícil contener esto”, narró.

Es por ello que la especialista destacó la importancia de tratar este trastorno de manera temprana y adecuada.

Del mismo modo, resaltó la importancia de evitar autodiagnosticarse buscando información en internet y, sobre todo, no medicarse.

“Lo más adecuado es acudir a consulta con un psiquiatra, ya que se requiere el abordaje integral que trabaje tanto el aspecto farmacológico como el terapéutico”, concluyó.

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