La Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó que se mantiene vigilante ante las mutaciones que experimenta el virus de la influenza, debido a que en cualquier momento y en cada época invernal se puede desatar la próxima gran pandemia, cuya letalidad calculan será de 3 por ciento, con una gran capacidad de propagarse entre los continentes.
Ciro Ugarte, director de Emergencias Epidemiológicas de la OPS, explicó que médicos y científicos están identificado los virus permanentes y mutantes para que la industria farmacéutica desarrolle una vacuna capaz de proteger a la gente de manera prolongada y ya no sea necesario, como sucede, inmunizar cada año con una nueva vacuna anti-influenza, sobre todo cuando existe una gran resistencia por aplicarse las dosis.
“En dos tercios de la vacuna la composición es igual y un tercio varía y depende de la información que recibimos de los pacientes. La influenza es un virus de temporada y no se debe dejar de tratar como en 2009, cuando se presentó la AH1N1 en México, que provocó pérdidas por 9 mil millones de dólares en los ámbitos médico, socioeconómico y social”, señaló.
“Cada año estamos vigilantes de que la siguiente pandemia pueda ocurrir, por eso nuestros sistemas de vigilancia son tan intensos, permanentes en todos los países. Hay algunas naciones que no nos reportan y eso nos preocupa”, dijo Ugarte en las instalaciones de la OPS en Washington.
Distintos virus
El virus de la gripe aviar AH5N3, explicó el especialista, no será el que desencadene la pandemia, porque “cuando nos enfrentamos a un virus que causa gran letalidad es muy probable que ese no sea. Si hay letalidad de 40 o 50 por ciento, significa que esa persona no va poder movilizarse mientras está muy enferma y por eso no lo va a propagar”, detalló.
De acuerdo con Ugarte, los virus que van a causar la pandemia son aquellos con baja letalidad, debido a que la movilidad de los enfermos es lo que propicia los contagios.
Sin embargo, agregó, “3 por ciento de mortalidad es altísimo, entonces hablamos que serán millones de personas (las que fallezcan). Eso es en la siguiente pandemia”.
Ante ese panorama, la OPS está considerando que se desarrolle una sola vacuna como parte de una solución, pero “para esa investigación se requiere una fuerte inversión financiera y científica; va a tomar mucho tiempo”.
Ugarte refirió que la OPS está también preocupada porque muchos países no notifican los casos reales de contagio y menos los de muertes. “Los análisis de sangre no se dan en todos los casos de enfermos y muertos, entonces perdemos la oportunidad de asociar los fallecimientos por influenza y esa posibilidad nos permitiría tener una dimensión real de los decesos que podrían darse”, aseguró.
Cifras en EU
El especialista de la OPS refirió que “en Estados Unidos fallecen anualmente entre 20 mil y 30 mil personas por influenza; si analizamos internamente cuántos se están muriendo en los demás países miembros son mucho menos. Con esos datos es difícil establecer la dimensión real de la problemática que representa esa enfermedad”.
Ugarte resaltó que el subregistro de los fallecimientos y contagios también propicia que “un virus mutado se nos puede escapar” a la hora de establecer las cepas circulantes de la influenza invernal y, por ello, “la pandemia que se puede desatar será de grandes dimensiones, por eso insistimos en encontrar quién desarrolle esa vacuna capaz de controlar todos los virus y disminuir las probabilidades de letalidad en las poblaciones afectadas”.
Es necesario modificar cada año la vacuna de la influenza estacional porque ese virus está mutando constantemente y muchas veces se presentan rebotes, porque la gente no se vacuna y eso provoca una alta posibilidad de que esas personas se enfermen y contagien a los demás.
En contraparte, aseguró el experto, si la gente se vacuna reduce las posibilidades de propagación. “Lamentablemente hay muchos mitos en torno a la vacuna y en esto tiene mucho que ver los movimientos que crean falsas noticias de la enfermedad. Pero hay algo que es un hecho ineludible: la influenza mata”.
Ugarte concluyó que existen mitos de la reacción a la vacuna, pero esta es una de las que tienen más estudios científicos y está comprobado que salva vidas.