Psoriasis, un grito de la piel: causas y síntomas

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria que no sólo afecta a la piel. Conoce de qué se trata y cuáles son sus cuidados.

Editorial Milenio
Ciudad de México /

La psoriasis comienza cuando los linfocitos T empiezan a funcionar mal, y hacen que proliferen los vasos sanguíneos y que las células de la epidermis comiencen a multiplicarse en un tiempo récord, así que la piel se acumulan en placas gruesas, se descama y enrojece causando dolor y picazón.

El sistema inmunológico está comprometido, ya que la psoriasis es una enfermedad inflamatoria y crónica que no sólo afecta a la piel; si no se atiende correctamente, también puede afectar las articulaciones, el corazón, los riñones e hígado.

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Se ha demostrado que hay un factor genético que favorece la aparición de la psoriasis, pero también hay factores externos que pueden desencadenarla, como infecciones crónicas, estrés nervioso, obesidad, cambios hormonales, golpes, quemaduras por el sol y el consumo de alcohol.

La higiene e hidratación de la piel son factores muy importantes para el tratamiento de esta condición. Recuerda que sólo un médico está capacitado para hacer un correcto diagnóstico de la situación y proponer un tratamiento a seguir.

La psoriasis es una enfermedad que se presenta en todo el mundo y afecta ambos sexos por igual. Es más frecuente en la población blanca del norte de Europa, Canadá y Estados Unidos. Es poco frecuente en orientales e individuos de raza negra y relativamente rara en los indígenas de norte, centro y Sudamérica donde llega a ser del 0.1 por ciento.

En México se estima una frecuencia de alrededor del 0.5 por ciento de la población general y, de acuerdo a la Asociación Mexicana contra la Psoriasis, se encuentra dentro de las primeras 15 causas de consulta de los servicios de dermatología.

¿Qué puede detonar esta enfermedad?

1. Padecer infecciones frecuentes, especialmente las causadas por estreptococo.

2. Ingerir medicamentos como los que se emplean para calmar dolores.

3. Ejercer presión o fricción intensa y/o continua sobre la piel.

4. Vivir en clima frío y con periodos cortos de luz solar.

5. Sufrir de estrés psicológico agudo o persistente.

6. Fumar o beber alcohol en forma intensa.

Si has observado alguna alteración en tu piel o en alguien cercano a ti, no dudes en acudir con un especialista.



JCH

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