Elegir pescado es una de las tareas más difíciles, pues no sólo debes guiarte por la vista sino también por el tacto y olor. Además, al ser productos que tardan en llegar a los puntos de venta si no vives en un lugar con acceso al mar, es más probable que encuentres piezas que no están del todo frescas.
Por eso, y porque ya estamos en plena Cuaresma, te decimos cómo debes elegir pescados y mariscos, y cómo guardarlos correctamente para consumirlos después.
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Empecemos con lo primero, ¿cómo escogerlo?
No basta con creerle al vendedor que nunca te va a decir que el pescado que está ofreciendo ya tiene varios días expuesto. Lo primero que debes hacer es escoger un lugar establecido y en perfectas condiciones de higiene y refrigeración.
Todos los pescados y mariscos deben estar en cámaras de refrigeración o, en su defecto, sobre camas de hielo.
Para elegir un pescado, debes fijarte en los ojos, que estén saltones, transparentes y brillantes. Si están hundidos u opacos, es señal de que no está fresco.
Sigue con las agallas, que deben estar húmedas y de color rojo brillante. La carne es otro de los elementos que revelan la frescura del pescado. Si al presionarlo tu dedo se queda marcado o hundido, entonces pide otra pieza porque no es fresca. Esto aplica también a los filetes.
Finalmente, guíate por el olfato. Ya sea en filetes o piezas completas de pescado, siempre busca un olor agradable o a mar. Si detectas un olor agrio o a amoniaco, es porque el proceso de descomposición ya empezó y puede poner en riesgo tu salud.
Los filetes frescos no deben tener ningún tipo de decoloración, manchas obscuras o zonas resecas.
¿Cómo escoger mariscos?
Camarones, jaibas, almejas, pulpos u ostiones son algunos de los mariscos que puedes encontrar esta temporada. Para saber si son frescos, debes fijarte en el color.
Los camarones, por ejemplo, deben ser color gris traslucido y brillante y tener muy poco o ningún olor. Si tienen manchas o se les desprende la cabeza, es que ya empezó el proceso de descomposición. Los calamares o pulpos deben tener una piel lisa, brillante, suave y húmeda.
Al comprar almejas u ostiones frescos, debes revisar que sus conchas no estén rotas. Si lo están, cámbialas. También es recomendable dar un pequeño golpecito en la concha, si se cierra es que son frescas, si no, mejor escoge otro puesto.
Para saber si una jaiba o una langosta es fresca, debes revisar que tenga aún un poco de movimiento en sus extremidades. Estos crustáceos se descomponen rápidamente, por eso algunos optan por venderlos ya hervidos.
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>> Refrigeración y congelación
Estas fechas es común que muchas personas hagan todas las compras el mismo día y distribuyan los pescados a lo largo del fin de semana. Si lo vas a hacer así, ten en cuenta que un pescado o marisco puede durar hasta dos días en refrigeración si lo pones en bolsas que sellan herméticamente o procuras que tenga el menor contacto con el aire.
Si lo congelas, pueden durar hasta ocho meses, o 12 para los mariscos, sin que pierda calidad o pongas en riesgo tu salud.
Recuerda que para descongelarlo, debes hacerlo con un día de anticipación pues debe estar guardado en el refrigerador. Si te urge, puedes sumergirlo en agua tibia y cambiarla cada 30 minutos hasta que esté listo.
>> ¿Qué pasa con el pescado congelado a la venta?
Hay gente que, por practicidad, prefiere comprar pescado congelado en el supermercado. Si bien este proceso de conservación no afecta la calidad del producto, sí debes fijarte que el tiempo que lleve en este estado no supere los ocho meses, pues después de este tiempo pierde el sabor.
Para escoger pescado congelado, fíjate que la bolsa no esté rota o maltratada, pues esto podría haber dejado entrar el aire y contaminar el producto.
Evita los paquetes que están en la parte superior del congelador y aquellos que tienen cristales de hielo o los que fueron descongelados y volvieron a ser congelados.
mrf