Solo cuando se abrieron las puertas del tren nos dimos cuenta realmente el tipo de día que nos esperaba. Los ocupantes salen del vagón como corchos de una botella, ansiosos por ponerse los esquís y ser los primeros en descender. Pero ese día, se detuvieron por un momento en el borde mientras un fuerte vendaval arrojaba partículas congeladas en sus rostros a -25°C.
Una hora antes, bebíamos café y tomábamos un descanso en un sofá en el hotel de Mont Cervin Palace, uno de los más antiguos de la brillante selección de alojamientos de Zermatt. En la pared, una pantalla de video mostraba que los fuertes vientos cerraron todos los teleféricos principales. Así que tendríamos que viajar en el tren Gornergrat, un ferrocarril suizo que recorre este camino ascendente de 3,089 metros en cualquier tipo de clima desde 1898.
La nieve tiene prioridad entre la mayoría de nuestro grupo, que consiste en esquiadores, incluyendo nuestros anfitriones Ben Shearer y Hamish Gordon-Lennox. Su compañía de viajes, Peligoni, tiene gran experiencia en el manejo de vacaciones de verano en su club de playa en Zakynthos, Grecia. El invierno pasado se amplió al turismo invernal, pues aprovecharon el concepto del safari de esquí como una forma de diferenciarse.
Nuestro plan era pasar la mañana explorando las opciones fuera de pista alrededor de Gornergrat, antes de partir a un refugio de montaña para la siguiente etapa del safari. La vista de tanta nieve que caía a nuestro alrededor también aumentó la esperanza de tener nieve fresca. Pero nuestros guías, Francis Kelsey y Severin Marchand, tuvieron que encontrarla primero. Al ver hacia arriba, señalaron una ladera que dos días antes estaba con nieve a una profundidad hasta la rodilla. Desde entonces, la fuerte tormenta recogió la nieve y la depositó en otra parte.
Afortunadamente, las condiciones cambiaron: cada tantos metros de descenso, el viento amainó ligeramente y la visibilidad mejoró. Nuestros guías se liberaron del esquí de subsistencia, de pronto cayeron al borde de la pista en un valle con nieve intacta. Había sorpresas que acechaban por aquí y por allá y bajo la superficie, pero los golpes ocasionales por debajo de los pies parecían ser un precio que valía la pena pagar para finalmente estar a rienda suelta.
A medida que se abría el sistema de teleférico, logramos subir a nuestro destino durante la noche, el Gandegg Hütte. Después de un día de pequeñas aventuras, incluyendo perder ocasionalmente el equilibrio por el peso de las mochilas que llevan palas, lazos, transmisores y las bolsas de aire para avalanchas, así como aparatos nocturnos, nuestro grupo se acercó al refugio de montaña, como una lapa fija en la roca por debajo de Breithorn.
Al día siguiente, la tormenta paró, los gloriosos cielos y la luz del sol ofrecieron las perfectas condiciones para uno de las partes destacadas del viaje, un vuelo en helicóptero a Château des Dames, un pico italiano de 3,488 metros de altura, justo al oeste de Cervinia.
Después de esquiar a la zona de aterrizaje en Plateau Rosa, nos agachamos para protegernos del creciente ruido y la nieve que salía disparada por la llegada del helicóptero. Subimos a bordo, antes de un rápido ascenso que vio el valle desplegarse por debajo de nosotros. Fue una parte sublime (y muy eficiente) de nuestro viaje: en cuestión de lo que parecieron ser segundos, bajamos en un alto hombro del pico.
Los safaris de esquí algunas veces pueden depender de una logística muy apretada, y nuestro siguiente día, y el último, fue un ejemplo en cuestión. Nos quedamos en el hotel White Angel de reciente apertura, que se encuentra cómodamente a un costado de las pistas por encima del pueblo de Cervinia, y con asombrosas vista del lado italiano del Matterhorn. Allí había poco tiempo para admirarlas en la mañana, ya que estábamos en Italia, nuestro equipaje estaba en la frontera de Matterhorn, y nuestro vuelo salía de Zurich a las 7 de la noche.
De regreso en el tren, al acelerar a través del campo suizo hacia el aeropuerto, mis pensamientos se concentraron en la experiencia del safari de esquí. ¿Lo haría de nuevo? Sin dudarlo. Es difícil imaginar un mejor antídoto que una semana de aporreo de pistas, sin embargo, requiere un enfoque relajado. Si te preocupas demasiado por la logística y los objetivos, lo estás haciendo todo mal. Pero si sigues el flujo, nunca sabrás a dónde te puede llevar.