• Ana García Bergua
  • Autora de novela, cuento y crónica. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2013 por La bomba de San José y Premio Nacional de Narrativa Colima 2016 por La tormenta hindú. Recientemente publicó Leer en los aviones y Waikikí, junto con Alfredo Núñez Lanz.
  • Nubes | Por Ana García Bergua

    Un cielo encapotado nos deprime o nos asusta, pero las nubes viajeras nos provocan esperanza y raras expectativas.
  • Pan | Por Ana García Bergua

    Recién horneado, humeante, cálido y crujiente, ese que comemos en la mañana con el café es la verdadera bendición.
  • Delicadeza y humor en la obra de Verónica Murguía

    La autora de ‘El cuarto jinete’ recibió la Medalla Bellas Artes 2024 por una narrativa que destaca por su originalidad y brillo imaginativo.
  • Diatriba contra el chile en nogada

    Muchos elementos de nuestra mexicana vida son como los mentados chiles: enredados, vestidos de blanco, pesados como una piedra pero eso sí, muy adornados.
  • Anestesia | Por Ana García Bergua

    Quizá sólo los niños despiertan con esa sensación de frescura que una vez me llevó a preguntarle a otro anestesista cómo se llamaba la maravilla con la que me había hecho regresar a la infancia.
  • Extraña flor | Por Ana García Bergua

    La primera vez que un hombre utilizó un paraguas en Londres fue en el siglo XVIII, y despertó la furia de los cocheros y otros personajes que habían hecho de su negocio el rentar un techo móvil en la lluviosa ciudad.
  • Desfiles | Por Ana García Bergua

    Desde los triunfos romanos con sus cautivos, el conquistador coronado de laureles y las marchas militares, hasta las pasarelas de moda o las procesiones de día de muertos, estos despliegues aspiran, siempre, a contar una historia.
  • En otra parte | Por Ana García Bergua

    Alfred Kubin, artista austriaco y autor de una sola novela, creó un mundo de falsas realidades admirado por Kafka, y que puede decirnos algo sobre el nuestro.
  • Perfumados | Por Ana García Bergua

    Desde hace unas décadas, la industria de la perfumería cambió las flores por los frutos y todo el mundo empezó a oler a postre.