A paso muy lento y sin rumbo fijo, con la ayuda de su andadera, don Bonifacio Dorado López camina desde temprano por las calles de la zona Centro de Gómez Palacio para vender sus periódicos, es uno de los pocos voceadores que quedan enLa Laguna.
Tiene 70 años de edad y casi 45 de llevar la noticia de primera mano a los laguneros, un oficio que le permitió ganarse de manera honrada la vida, y de pasada, ha mantenido informados a los ciudadanos que aún disfrutan de leer el periódico impreso y percibir su aroma.
Oriundo de la Ciudad de México, siguió los pasos de su padre, Don Félix, a quien acompañaba a vender periódicos y revistas en los cruceros de la delegación Azcapotzalco. Recuerda que vendían revistas de nota roja como la revista Alarma y la de Alerta, o periódicos como La Prensa o El Universal.
Se mudaron a Gómez Palacio, y tras dedicarse por un tiempo a las mudanzas, Bonifacio tomó el oficio de voceador como suyo y a partir de ahí no lo ha soltado. “Empecé a vender periódico aquí, era La Opinión de la tarde, después vendí también La Opinión de la mañana y luego el Extramex, que se convirtió en el Express y después el Milenio”, compartió.
Del periódico Express asegura que lo vendió durante más de 35 años. Recuerda el tiraje que sacaban hace dos décadas, hasta 40 periódicos se le vendían por día, incluso había gente que le compraba de hasta 4 o 5 piezas.
Para don Boni, como es conocido entre los vecinos y comerciantes de la zona centro, eligió el oficio de voceador porque recorre las calles y conoce a mucha gente, incluso ya tiene sus clientes que por décadas le han comprado el periódico recién salido de la prensa. Ahora, al ser un adulto mayor, compartió que es una actividad que realiza para distraerse.
Es viudo y actualmente vive con sus hermanos en la colonia San Antonio. Dice disfrutar su labor, aunque solo de regreso a casa se gaste casi la mitad de las ganancias en taxi.
“Sigo vendiendo porque no me gusta quedarme en la casa sin hacer nada, caminar me sirve mucho para distraerme, así no me agüito. Me gusta trabajar. Para venir al centro me dan un ‘aventón’, me doy la vuelta al centro de Gómez y ya por la tarde me regreso en taxi, me cobra 60 pesos”, dijo, para luego añadir que se ayuda con su pensión de adulto mayor.
Pese a su edad y sus problemas para caminar, dice que las ganas de trabajar no se le acaban, incluso le sorprende que tanto hombres como mujeres más jóvenes piden limosnas en las calles con toda la fuerza y capacidad de conseguir un empleo. “Siempre que veo a jóvenes o señoritas pidiendo, les digo, véngase a trabajar”, comentó entre risas.
En su paso por las calles del centro no falta quien lo ayude con un taco o un vaso con agua, con algo de dinero o con prestarle el baño, sobre todo aquellos que lo conocen desde hace décadas, porque hasta los hijos de los primeros clientes mantienen el gusto por comprar el periódico.
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