"El 10 de mayo no es de fiesta": Rosa, madre coahuilense, busca a su hijo desde 2012 y marchará en CdMx

Rosa Angélica García Saucedo busca a su hijo Jaime, desaparecido en 2012. Para ella, el 10 de mayo es una jornada de lucha por justicia, no de celebración.

Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec). | Especial
Kevin Carranza
Saltillo, Coahuila /

Mientras en cientos de hogares se preparan flores, comidas y abrazos para celebrar a mamá, un contingente de mujeres va desde Coahuila hacia la Ciudad de México, caminando en sentido contrario al festejo. 

Van desde Saltillo, desde Torreón, desde el silencio y desde el dolor. Son las madres que no tienen nada que celebrar este 10 de mayo, porque sus hijos no están. Porque los buscan. Porque no los han vuelto a ver.

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Este viernes por la mañana, cerca de 50 madres del colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec) partieron hacia la capital del país. No van por una fiesta. Van a marchar. La cita es este sábado 11 de mayo a las 10 de la mañana, desde el Monumento a la Madre hasta el Ángel de la Independencia. Ahí, entre el ruido de la ciudad, levantarán pancartas, retratos y nombres. Levantarán también sus voces.

“No es un día fácil para nosotras como mamás”, dice Rosa Angélica García Saucedo, quien busca desde hace más de una década a su hijo Jaime César Álvarez García, desaparecido el 6 de enero de 2012 en Piedras Negras. “En todos los hogares se está festejando a las mamás. Pero nosotras no festejamos desde hace muchísimos años. Desde que nuestros hijos y seres queridos desaparecieron”.

Rosa forma parte de esas madres de larga data, como ella las llama. Mujeres que caminan con una dignidad que ha crecido al paso de los años, entre la ausencia y la espera. 

“Se ha dicho que la unión es la fuerza. El organizarnos, el acudir a los eventos, eso nos ayuda mucho para fortalecernos”, afirma con la serenidad de quien ha aprendido a no rendirse.
“El 10 de mayo ya no es un festejo”, repite con firmeza. “Como decimos en las consignas, este día no es de fiesta, es de lucha y es de propuesta. Estamos exigiendo a las autoridades, recordándoles que no tenemos a nuestros hijos con nosotros. Y en nuestra mesa siempre existe una silla vacía, esperándolos”.

Rosa no ha vuelto a ver a su hijo desde aquel enero de 2012. 

“A él yo lo dejé de ver el día cinco de enero y hasta hoy día no lo he vuelto a ver para decirle cuánto le amo. No le puedo abrazar, no le puedo besar ni decirle que estoy aquí y que siempre estaré contigo. Pero aún así, aunque no esté, yo estoy… porque le amo. Porque buscamos. Y pues hasta el último aliento de mi vida lo seguiré buscando”.

Desde Torreón también va otro grupo. Mujeres que, como Rosa, llevan impresos los rostros de sus hijos en el pecho, pero tatuados en el alma. Algunas buscan desde hace más de diez años. Otras apenas comienzan. Pero todas comparten la certeza de que el amor materno no se disuelve con la ausencia: se transforma en fuerza, en grito, en marcha.

Este 10 de mayo, mientras muchas madres recibirán flores, ellas caminarán por avenidas de concreto y memoria. Porque no hay pastel que endulce la desaparición de un hijo. Porque no hay regalo que compense la incertidumbre. Porque la maternidad, en su forma más dolorosa, también es resistencia.

arg


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