El Presidente de México acaba de entregar el informe final a las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Allí van las conclusiones del caso tras diez años de estar a la vuelta y vuelta con el tema.
Los familiares quedaron decepcionados e irritados ante lo que calificaron un informe “confuso, repleto de inconsistencia y descalificaciones”. Pasaron 10 años, repletos de promesas del presidente Peña Nieto y del presidente López Obrador, sin que finalmente se haya llegado a nada.
La carta de Ayotzinapa, esa misiva-informe dirigida a las familias, es una apología de las fuerzas armadas; es una carta auto exculpatoria y que conlleva un indebido reclamo a los propios padres, a las organizaciones defensoras de los derechos humanos y a todos aquellos que han tenido la osadía de cuestionar a los inoperantes gobiernos de Peña Nieto y de López Obrador.
Ese es el humanismo mexicano que lejos de producir orgullo, causa enorme vergüenza.
La incapacidad quedó de manifiesto. Desde la “verdad histórica” hasta la “Carta de Ayotzinapa”, es un capítulo negro de nuestra historia nacional. Dos gobiernos federales no supieron, no quisieron o no pudieron resolver el caso. Ineficientes a cual más.
Se dice que los padres y madres de los 43 normalistas victimados respondieron a la “Carta de Ayotzinapa” recriminándole al presidente López Obrador su mentira, su engaño y su traición. El dolor de las víctimas es inenarrable. Sus hijos simplemente desaparecieron de la faz de la tierra, sin que haya habido en dos administraciones públicas, alguien capaz de resolver el misterio, a pesar de contar con todo el aparato del Estado a su disposición. Y ¿Qué mas pueden hacer? La impotencia en su máxima expresión.
Los padres y familiares no aceptaron las conjeturas ni las elucubraciones de esta administración federal, como tampoco aceptaron la amañada, confusa y difusa “verdad histórica” del sexenio anterior; quedaron igual o peor. Defraudados por completo.
Ahora resulta que quienes buscaron a sus hijos desaparecidos, a quienes anhelaron conocer la verdad y que se les hiciera justicia, son instrumentos manipulados por los adversarios del Presidente que se ha convertido en la verdadera víctima del caso Ayotzinapa.
Pobre hombre. Y, ¿quiénes fueron los responsables de la muerte de esos 43 estudiantes? La verdad nunca se sabrá.
De nada sirvió la creación de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el Caso Ayotzinapa, con la participación gubernamental a cargo de la Secretaría de Gobernación, la de Relaciones Exteriores y la de Hacienda y Crédito Público, aquél memorable y esperanzador 3 de diciembre de 2018 cuando se firmó el Decreto Presidencial en medio de los acostumbrados aplaudidores del Presidente.
¿Resultados? Ninguno. Nadie supo, nadie sabe, nadie sabrá.
Lo que sí queda claro, es que los padres y familiares de los 43 estudiantes muertos, y los defensores de los derechos humanos, son los responsables de victimizar al pobre Presidente Lopez Obrador. Que pena, el creador del Humanismo Mexicano, se convirtió al final de su sexenio en la verdadera víctima del caso Ayotzinapa. Ya veremos que dice la sentencia del Juicio de la Historia, que pondrá a cada uno en su lugar.