Tarea primordial

Jalisco /

Hace muchos años, nuestro país tenía una bien ganada fama internacional. Éramos respetados, fundamentalmente por nuestra política de “No intervención y autodeterminación de los pueblos” y no solo eso, se ejercía un liderazgo marcado en toda América Latina, incluyendo los cuatro gigantes de Sudamérica como Brasil, Argentina, Uruguay y Chile que veían a México como el ejemplo a seguir, como el interlocutor adecuado con la potencia de américa del norte.

Nuestros secretarios de Relaciones Exteriores eran gente muy respetada, de un reconocido prestigio y con una extrema habilidad y don de gentes como para llevar la fiesta amigablemente con regímenes tanto democráticos como incluso emanados de golpes de estado, y a nivel del viejo continente, con países del bloque comunista y los no alineados.

Tanta fue la admiración que se sentía por nuestro país, así como su influencia en la región, que un mexicano que propuso un acuerdo para la prohibición de las armas nucleares, don Alfonso García Robles, y fue el autor del Pacto de Tlatelolco para su proscripción, le valió la obtención del Premio Nobel de la Paz en un reconocimiento universal a la labor pacifista, respetuosa y no injerencista de nuestro país.

Cuando México recibió a los participantes de la XIX Olimpiada de la era moderna, en el año de 1968, el Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, pronunció aquellas palabras reveladoras de una política internacional impecable; aún en medio de los tormentosos momentos del movimiento estudiantil, dijo el entonces primer mandatario: “Ofrecemos y deseamos la amistad con todos los pueblos del mundo”.

Nuestro país se ha caracterizado siempre por su espíritu de solidaridad internacional y buenas relaciones con todos los pueblos, ya no digamos con nuestros hermanos de Centro y Sudamérica.

Pero las cosas han cambiado. Lamentablemente los desaciertos políticos nos han llevado al distanciamiento y a la confrontación. Nuestras relaciones con España se deterioraron a grado tal que descendió al mínimo nuestra operación comercial con la península ibérica y gracias a nuestro bravucón presidente, ya no somos tan bien recibidos allá.

Con algunos países de américa latina nos hemos enemistado, como son los casos de Ecuador y Perú; ya no digamos con Argentina e incluso con Chile, y en un absurdo contraste, mientras “defendemos la democracia” nos alineamos con regímenes no democráticos como los de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Bolivia, sin recibir beneficio alguno de ello y por el contrario, en el mundo se nos considera mas afines con los sistemas comunistas que con los sistemas democráticos; también anduvimos de picapleitos con el Vaticano por los pretendidos abusos de la conquista y la evangelización, y hasta Austria tuvo que ir doña Beatriz para reclamar por enésima ocasión la devolución del penacho de Moctezuma. Puros desatinos. Puras vergüenzas.

La política exterior ha dado un giro de 180 grados, incluso, el primer mandatario declaró recientemente “en pausa” las relaciones con los señores Embajadores de Estados Unidos y Canadá que son nuestros socios comerciales del Tratado de Libre Comercio que tenemos celebrado con ellos, una más de las impensadas actitudes del primer mandatario que tiene su corazón enfermo de tanto odio, resentimiento y ganas de venganza.

Sus desplantes nos cuestan mucho y sus bravuconadas más. Donald Trump, se enorgullece de “haber doblado a López Obrador y a Ebrard” cuando la advertencia de la imposición de aranceles y México le puso a su servicio 128 mil soldados, pagados por nosotros para proteger sus fronteras, mientras el presidente le vendía a la masa que no piensa y se mantiene enajenada, el discurso falaz de que nuestra soberanía fue respetada, cuando la realidad dice otra cosa.

La tarea de la reconstrucción de nuestras relaciones exteriores y la recuperación de nuestro prestigio internacional será enorme. No podemos seguir arrastrando nuestro prestigio; cuando antes viajábamos al extranjero los Mexicanos éramos objeto de admiración por nuestra cultura, por nuestra raza, por nuestra bonhomía, pero hoy somos objeto de censuras y burlas y todo gracias a las torpezas del manejo de las relaciones exteriores.

Lo peor es que tristemente hasta ahora no veo en la inminente administración de Sheinbaum y De la Fuente un cambio aunque todavía es prematuro esperar señales. Daremos el beneficio de la duda y esperemos con paciencia, serenidad y prudencia aunque tengamos el fuego en los pies.


  • Abel Campirano
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