Deténgase a pensar

Monterrey /

Cada tanto tiempo debemos detenernos a reflexionar, a observar nuestra conducta y las cosas que hacemos. No podemos siempre vivir en automático. Porque al hacerlo permitimos que las fuerzas sublimes y sutiles de la mercadotecnia, la presión social, las redes sociales y el ímpetu manipulativo de políticos, líderes religiosos y otros charlatanes nos lleven ciegamente por caminos que no siempre serán lo mejor ni serían lo que hubiéramos escogido de habernos dado el tiempo para pensar bien las cosas. Porque esto de ser atrabancados no suele terminar bien.

Reflexionar sobre dónde estamos, cómo estamos y preguntarnos si realmente vamos a donde queremos ir previene que quedemos a merced de la pasividad, del letargo y de no saber qué puede llegar a ocurrir. Debemos tener un cierto control de nuestras vidas, no es saludable permitir que otras personas lo hagan por nosotros.Todo esto suena a comentario motivacional pero está lejos de serlo. De hecho, pienso que es todo lo contrario. Vengo aquí con una clara advertencia: gran parte de lo que hacemos no depende de nosotros y esto impide que seamos felices. Eso por un lado. Por el otro, no tenemos ya la capacidad de reflexionar, de estar solos un rato —y en silencio, coño— y dejar que nuestra mente y emociones se expresen, ocurran. Pero con el maldito celular y las redes sociales no se puede. Insisto en que, con todo, se debe hacer el esfuerzo para modificar algunos rasgos de comportamiento y hábitos perniciosos.

Le voy a explicar el porqué le estoy diciendo todo esto. Hace un par de semanas tuve una conversación con tales y cuales personas. En un punto se habló acerca de la edad que teníamos y de si estábamos contentos no con lo hecho, sino con el estado actual de las cosas y, principalmente, lo que viene. Éramos seis personas y todos estuvimos de acuerdo en que ni estábamos contentos con nuestra situación actual y que no pensamos mucho en más allá de dos o tres años. Muy mal. Especialmente en nuesto país, donde no tenemos una cultura financiera que nos permita ahorrar, no gastar en pendejadas y, peor, endeudarnos con tarjetas de crédito y con préstamos inútiles.De las preguntas que nos hicimos en esa ocasión fue el de la vejez; ¿qué si llegamos a viejos y no tenemos ni esposa ni hijos para pasarla relativamente bien y que si no tenemos seguro ni dinero para pagar tratamientos y medicamentos o para tener una enfermera que nos cuide? Mejor esperar la muerte, llegue cuando tenga que llegar y de la manera en que mejor le convenga a ella.

La mayoría de las personas no piensan, solo se dejan llevar por los ímpetus, vientos y mareas de la cotidianidad, de un mundo que no terminan de comprender y que, para hacer más difíciles las cosas, reciben información que enuna gran proporción es falsa, confusa o, en el mejor de los casos, ambigua. Entonces, no se tienen los elementos para procesar esta información y crear un modelo más o menos objetivo de la realidad que se vive en el puto planeta. Lo más imperante es lograr tener, por lo menos, una visión concreta de nuestras vidas inmediatas resueltas en términos del aquí y ahora y a un plazo mediano —ya no hablemos a largo plazo— para tomar las acciones correspondientes. Pero yo creo que eso no va a ocurrir por una sencilla razón: nos vale madre.

En suma: basta de vivir robotizados, manipulados, dejados a la improvisación y las fuerzas desconocidas de la cotidianidad. Es hora de sentarse a plantear justamente estos puntos y llevar a cabo decisiones importantes que generen resultados concretos, ni sueños pendejos ni suposiciones. Porque de esa manera no vamos a estar en el futuro lamentándonos de lo que quisimos hacer y no pudimos, o la vida no nos dio las oportunidades que nos merecíamos, o Diosito me mandó este calvario probar mi fe, y toda esa gama de pendejadas y mamadas irreales que no sirven de nada y que no hacen más que ocultar un fracaso contundente, una incapacidad de tomar control de nuestras vidas y de nuestro futuro.O sea que después no se vale quejarse.

Así que, ya lo sabe, detengase a pensar, aproveche su tiempo y en unos años nos sentamos a ver los resultados.


  • Adrián Herrera
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.