El regalo de la 4T a Trump

Ciudad de México /

La mayor vulnerabilidad de México frente a Donald Trump no es el comercio, es la criminalidad. Y el camino más corto entre el amago gringo y la derrota mexicana pasa por Sinaloa. Veamos.

En el siglo pasado los presidentes de México ponían a los gobernadores, y los quitaban si su mala imagen ponía en peligro la hegemonía del PRI. La corrupción estaba permitida en tanto no provocara repudio popular —el margen de tolerancia dependía de la simpatía presidencial por el repudiado—, con la ingobernabilidad como punto de quiebre. Después, en la primera alternancia (2000-2012), se inauguró el “feuderalismo”: Fox y Calderón ya no pudieron cortar las cabezas de los mandamases estatales, quienes se convirtieron en señores feudales. Luego vino la segunda alternancia, con el regreso de la Presidencia priista (2012-2018), y se restauró el control central de los estados. Finalmente llegó la tercera alternancia (2018-2024) y apareció Lampedusa: todo cambió para seguir igual. Bueno, no todo: López Obrador logró poner muchos gobernadores pero no quiso quitar ninguno. Y es que los requisitos para su permanencia cambiaron; podían ser ineptos e incluso hacer a sus entidades ingobernables mientras fueran obedientes. AMLO les dio los votos y subsidió su popularidad a cambio de sumisión.

La crisis sinaloense nos dará la primera señal del trato de Palacio Nacional a los mandatarios de las entidades en este sexenio. El gobernador de Sinaloa es un lastre cada vez más pesado para la 4T: cualquiera de las imputaciones que ha acumulado, por sí sola, bastaría para justificar su defenestración. Decir que no toca al Ejecutivo federal destituir Ejecutivos estatales es una salida retórica para evadir el problema. La presidenta Claudia Sheinbaum no necesita removerlo, solo soltarle la mano. Está metido en un pantano o, mejor dicho, en un estercolero de sospechas. Desde los testimonios periodísticos de que habla con los capos hasta la mención que el mayor de ellos hizo de su involucramiento en el cónclave que desembocó en el asesinato de un enemigo político —que la Fiscalía local trató de encubrir—, pasando por el secreto a voces del apoyo electoral de ese cártel a Morena, es imposible creer en su inocencia. Rota la pax narca, se volvió factor de ingobernabilidad y Sheinbaum, a diferencia de AMLO, no puede subsidiarlo. Hay opciones legales para su remoción, que aminoraría el caos sinaloense, como el desafuero o la desaparición de poderes. Si él se queda ella se volverá más vulnerable ante Estados Unidos. El regalo a Trump no sería su salida: sería su permanencia, que respaldaría la acusación de que existe una “alianza intolerable” entre el gobierno mexicano y el crimen organizado. Aquí convergen ética y pragmatismo: dejarlo hundirse es justo y necesario.

Tiene razón Manuel Clouthier, crítico valiente y víctima propiciatoria de la violencia en Sinaloa: Rocha carga el pecado original, y a sus porristas cuatroteros les va a salpicar la inmundicia. Hay alguien poderoso cerca de nuestra frontera sur que no quiere que caiga, está claro, pero hay alguien más poderoso allende la frontera norte que lo va a usar para atacar a nuestro país. La Presidenta tiene que escoger entre defender a AMLO o defender a México. Estas opciones son, hoy por hoy, mutuamente excluyentes.


  • Agustín Basave
  • Mexicano regio. Escritor, politólogo. Profesor de la @UDEM. Fanático del futbol (@Rayados) y del box (émulos de JC Chávez). / Escribe todos los lunes su columna El cajón del filoneísmo.
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