León XIV, Trump y México

Ciudad de México /

De Chicago a Chiclayo: el vuelo misionero de Robert Francis Prevost, nacido en Estados Unidos y arraigado en Perú, lo llevó a suceder a Francisco. Adoptó el nombre de León XIV, seguramente en símbolo de afinidad con León XIII, impulsor de la encíclica Rerum Novarum y de la doctrina social de la Iglesia. Agustino, matemático y teólogo, el nuevo papa parece prefigurar un pontificado progresista en términos de la defensa de los pobres y los grupos vulnerables —migrantes, en especial—, aunque en temas de moralidad social —homosexualidad, matrimonio— y de normatividad eclesiástica —ordenación de mujeres, fin del celibato— se mantenga quizá más cerca de la ortodoxia.

Me resulta inevitable hablar sobre la relación que León XIV tendrá con el gobierno de su país natal. Si bien el movimiento en el poder (MAGA) podría escuchar con simpatía los ecos conservadores del Vaticano, todo indica que con Donald Trump ocurrirá lo contrario. Prevost, cuya defensa de la dignidad humana es irreconciliable con la xenofobia trumpiana, tuvo desencuentros en la red X con el vicepresidente Vance sobre nacionalismo y migración y probablemente como papa los tendrá con Trump. Más aún, creo que el hecho de que sean paisanos será un agravante. Cierto, lo sensato sería que el presidente aprovechara el paisanaje y no se encelara y menos se malquistara con alguien que será querido y escuchado por millones de sus electores, pero egolatría e insensatez van de la mano. Habrá en el mundo un estadunidense más famoso que él y sospecho que eso lo va a enervar. Me temo que la Santa Sede tendrá que parapetarse en su legendaria diplomacia.

Ahora bien, envidio el optimismo de quienes sostienen que la presidencia de Donald Trump va en picada y que ya no hay de qué preocuparse. Cierto, su tasa de aprobación ha caído, su ofensiva arancelaria está haciendo agua, su principal enemigo no se ve mermado —Estados Unidos está peleando 185 guerras comerciales y China solo una— y el deterioro económico crece cada día, pero su habilidad para salir de los embrollos que él mismo genera es proverbial. Ya comenzó su show de “tratos” de reducción de aranceles con varias naciones y es probable que, mientras distrae a la gente con acuerdos insignificantes como el que anunció con Reino Unido, siga reculando y reposicionándose. Le queda tiempo para hacer mucho daño.

La derrota ante China exigiría una caja china, y eso podría perjudicar a México. Trump le planteó a la presidenta Sheinbaum intervenir militarmente contra el crimen organizado; si sus ocurrencias arancelarias provocan estanflación y no encuentra otro distractor, ya no va a preguntarle. Dudo que por ahora contemple seriamente bombardear con drones laboratorios de fentanilo o mandar un comando a capturar capos, pero si le llegara el agua al cuello esos dislates serían una gran tentación para recuperar puntos con su base social. Espero que ningún mexicano, por anti 4T que sea, esté tan despistado como para considerarlo deseable. Sería moralmente inadmisible y prácticamente funesto por dos razones: 1) se violaría nuestra soberanía; 2) la historia nos ha enseñado que la más light de las invasiones corroe al invadido. Todos debemos recordarlo, empezando por la oposición, que no desea el retorno de López Obrador a la escena pública.


  • Agustín Basave
  • Mexicano regio. Escritor, politólogo. Profesor de la @UDEM. Fanático del futbol (@Rayados) y del box (émulos de JC Chávez). / Escribe todos los lunes su columna El cajón del filoneísmo.
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