Hasta hace algunos meses, era impensable que Morena volviera a gobernar la ciudad de Puebla, tras el catastrófico gobierno de Claudia Rivera.
Todo cambió cuando Morena optó por un perfil cercano a los diversos grupos sociales de Puebla, que hay que reconocer, no son fáciles en el trato.
Es así como un empresario logró filtrarse en el ánimo de la 4T lo que suponía de facto, una segura reconciliación con un sector productivo, generador de empleos y promotor de la inversión que durante el barbosismo fueron vistos como enemigos y tratados con hostilidad.
Hoy, el empresario de origen libanés podría marcar una nueva forma de gobierno, más cercana, más eficaz y sin tantas etiquetas.
En un encuentro con directores de medios, dejo claro cuál quiere que sea la relación en lo general: abierta y de confianza.
“Síganme diciendo Pepe, no necesito títulos (…) yo tengo claro que los cargos son pasajeros, tienen todos mis números (telefónicos) para que la comunicación sea directa”, fueron sus palabras, como quien entiende lo que otros gobernantes nunca comprendieron.
Todo parece indicar que pronto Puebla tendrá un alcalde menos prepotente y más aterrizado a la realidad; menos protocolario y más humano; menos inquisidor y más abierto a la autocrítica; menos intolerante y más inteligente desde su esencia misma de empresario, aquel cuya medición de la efectividad se sustenta en los resultados.
Veremos si el discurso permea con el paso de las semanas y no abandona esta idea de que la administración pública es pasajera, pero que su prestigio, honorabilidad y la relación con los diversos sectores, puede perdurar más allá de un trienio y un sexenio.
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El temporizador de Armenta
En 2023 tuve un encuentro con el entonces senador de la república, Alejandro Armenta; en la mesa se encontraban Pepe Tomé y Javier Sánchez Galicia.
Llamó mi atención que el morenista tenía en su teléfono un temporizador que le decía cuantos días, horas, minutos y segundos le quedaban para terminar su presidencia de la Cámara Alta.
Él decía que ver esos números le recordaba que no podía perder un solo minuto para obtener los resultados que se había prometido.
Hoy sé que ese mismo temporizador le marca 2,374 días y contando, es decir, el tiempo que tiene para cumplir lo que le prometió a los poblanos y que le otorgó el triunfo el pasado 2 de junio.