La política medioambiental para Puebla será central en las políticas públicas del gobierno de Alejandro Armenta y esta visión puede resultar más ambiciosa de lo que hubiéramos imaginado. Aunque suena bien en el discurso, los retos son tan grandes como las promesas.
El anuncio de la creación de una Guardia Forestal parece diseñado para combatir a una mafia que opera con total impunidad a través de la tala ilegal indiscriminada en las regiones boscosas del estado. No hablamos de ladrones de leña; hablamos de un crimen organizado, armado hasta los dientes, que mueve millones de pesos y que ha tejido una red de corrupción que va desde los ejidos hasta los más altos niveles del gobierno.
Pero no es solo la tala. A esto se suman los incendios forestales, que no son casualidad ni accidente. En su mayoría, son provocados con el objetivo claro de cambiar el uso de suelo para que, tiempo después, esos terrenos “milagrosamente” se conviertan en desarrollos inmobiliarios. La historia se repite una y otra vez.
La pregunta que nadie ha respondido es: ¿estará esta Guardia Forestal realmente equipada para enfrentarse a estas mafias o será otro cuerpo que se anuncia con bombo y platillo, pero termina siendo simbólico, inoperante o cooptado por los intereses que se supone debe combatir?
Mientras tanto, el transporte público también entra en la mira. Supervisores que verificarán la operación de las unidades y un ultimátum a los concesionarios para modernizar los camiones son medidas necesarias, pero que llevan décadas de atraso. ¿De verdad ahora sí habrá consecuencias para quienes no cumplan o se quedará, como tantas veces, en promesas que no pasan del escritorio?
Más allá de estas iniciativas, queda claro que el medio ambiente nunca ha sido prioridad para los gobiernos pasados. ¿La razón? Es simple: no genera votos. Restaurar los ecosistemas devastados por décadas de negligencia y corrupción no es una bandera fácil de ondear en las campañas.
Armenta promete un cambio de enfoque. Si cumple, podría marcar una diferencia histórica para Puebla. Pero si fracasa, será solo otro capítulo en la larga lista de sueños ambiciosos que se estrellan contra la realidad de un sistema donde se mafias y la corrupción dictan las reglas del juego.