La escuela necesita repensar y replantear su sentido. Transitar hacia nuevas formas de relación entre los sujetos y con la realidad en la construcción de significados. La escuela no puede seguir aferrada a la tradición pedagógica que coloca la práctica en el ámbito de lo metodológico (el cómo se enseña) en el centro. Es necesario la reflexión del qué, para qué y por qué se enseña. En este sentido, aparece la filosofía como un dispositivo posible. La filosofía en la escuela permite, y se asocia, a la búsqueda de nuevas respuestas sobre la realidad y al planteamiento de nuevas interrogantes. La filosofía abre un horizonte de nuevas interpretaciones, deconstrucciones y construcciones de los sentidos y significados. La filosofía, en tanto posicionamiento diferente ante los acontecimientos y realidad, se distancia de los parámetros, de lo reglado, de lo programático. Le apuesta a un encuentro distinto de los sujetos (docente y alumno) con la realidad, el conocimiento y su ser.
La filosofía en la escuela nos enfrenta a nuevos desafíos teóricos y metodológicos. Comprender la realidad de nuestra práctica cotidiana e interrogarla, implica un proceso de problematización permanente donde la teoría juega un papel importante, nos da las bases para mirar y pensar el contexto y nuestra acción de manera más amplia. En este trayecto, Waksman y Kohan (2005) nos mencionan que tres preguntas expresan los desafíos teóricos: ¿Qué es filosofía?, ¿Por qué filosofía? Y ¿Para qué filosofía para niños? Y tres preguntas que expresan los desafíos metodológicos: ¿Qué caracteriza a un buen maestro?, ¿Qué significa aprender? Y ¿Cómo enseñar a filosofar?
Además de los desafíos planteados, la filosofía se reflexiona desde la dimensión política que adquiere su incursión en la escuela, en tanto que la filosofía tiene un compromiso con la transformación social y nos posibilita una mirada comprensiva de la desigualdad, la injusticia, el entorno antidemocrático, la exclusión y la discriminación presentes en la sociedad. La filosofía se constituye en un posicionamiento político porque interroga esa realidad, la cuestiona en sus formas y acciones. Interpela lo instituido.
Considerar la filosofía en la escuela, requiere de un replanteamiento curricular más radical. Hoy en día, la Nueva Escuela Mexicana lo ha considerado, están abiertas las posibilidades, pero se requiere un reforzamiento más puntual desde los ámbitos político-educativos e institucionales. La formación de las maestras y maestros (inicial y continua) debe recuperar la cuestión de la filosofía como parte esencial de sus planes y programas. Ello los coloca en el camino del desarrollo del pensamiento, de acciones pedagógicas mejor pensadas y de una práctica con sentido social y transformador.
Recuperando a Matthew Lipman, en su programa de Filosofía para Niños nos señala tres grandes objetivos que pueden servir de referente para considerar la filosofía en la escuela:
a) Iniciación filosófica. - Los niños son introducidos en la disciplina a partir del dialogo mediante la constitución de una Comunidad de investigación. Esto exige un esfuerzo sistemático y continuo para que los temas sean abordados de una manera cada vez más rigurosa, crítica, reflexiva, profunda y significativa.
b) Educación para el desarrollo del pensamiento. - El proceso del diálogo investigativo promueve el desarrollo de un pensamiento de orden superior, Así, temas controvertidos pueden ser analizados en la comunidad de investigación. En este espacio, los alumnos, a través del diálogo, intercambian ideas, favoreciéndose de esta forma el desarrollo de niños más reflexivos. Las competencias cognitivas se desarrollan en un espacio colectivo y no a través de ejercicios aislados.
c) Ciudadanía responsable. - La participación en una comunidad de investigación exige actitudes de cooperación, respeto mutuo, interés por objetivos comunes, evaluación crítica, elementos importantes para el ejercicio democrático de la sociedad. (Noveduc, 1999:46)