El asesinato de Brian Thompson, director ejecutivo de United Healthcare, la mayor aseguradora de Estados Unidos, suscitó un debate sobre la radicalidad de algunos activismos y la inutilidad de las protestas pacíficas.
La mitificación del asesino ha seducido a algunos sectores de la clase media norteamericana, amenazada por la bancarrota por enfermedad (un concepto que circula ahora por redes sociales), y ha llevado a empresas asociadas con la voracidad postcapitalista a tomar cartas respecto a las intervenciones en sus redes sociales (me refiero a McDonalds, que tuvo que borrar los comentarios mordaces contra su marca tras ser arrestado el sospechoso en una sucursal de Pensilvania) y los productos que se empezaron a vender en sus plataformas (me refiero a Amazon, en donde usuarios ofertaron playeras y gorras con las palabras escritas en los casquillos encontrados en la escena del crimen y que hacen alusión a la estrategia de aseguradoras para evadir pagos por tratamientos: “negar”, “defender” y “deponer”).
Perfiles izquierdistas y radicales han analizado el ataque como una inevitable consecuencia de un sistema que merca arteramente con la enfermedad y la desesperación, y han comparado, utilizando cifras a modo, el sistema de seguros norteamericano con la guerra, el terrorismo e incluso las muertes causadas por inmigrantes ilegales, las cuales, según infografías, son apenas unas cuantas decenas contra las miles de muertes provocadas indirectamente por empresas como United Healthcare.
No es raro que un mundo donde el dinero lo es todo, haya mucha ira contenida en aquellos que se encuentran en desventaja ante la enfermedad y la crisis. Ninguna democracia funcional debería abandonar a la clase trabajadora en la enfermedad, ni permitir que el proceso de la salud haga absurdamente ricos a un puñado de personas. Sabemos que en este sistema no todos pueden ser ricos, pero eso no significa que el acceso a la salud sea un privilegio que implique el endeudamiento catastrófico de quien vive al día.
Supongo que, tras las protestas que ha despertado la muerte de Thompson, algo cambiará. Algo a favor de los trabajadores, espero.