Una parte importante del ADN de una ciudad como la capital mexicana ha sido su talante liberal, con una buena dosis de disidencia y de oposición al poder, sobre todo cuando se trata de uno con vivos autoritarios. Esas características hicieron posible que fuera un político opositor, de izquierda, el que ganara por vez primera una elección en 1997 en el entonces Distrito Federal, antes gobernado por funcionarios con amplias facultades elegidos por el presidente en turno.
Abierto el camino por la lucha que Cuauhtémoc Cárdenas emprendió junto con Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez en la medianía de los años ochenta dentro del propio PRI, corriente crítica que devino una mezcolanza de fuerzas que acabó dando origen al PRD, la izquierda representada con esas siglas y múltiples pensamientos periféricos tomó el poder y no lo ha soltado en la capital desde entonces, sea con el membrete amarillo, sea con el moreno fundado por Andrés Manuel López
Obrador.
La elección intermedia de 2021 resultó un punto de quiebre en el romance entre la ciudad y el hoy Presidente, que la gobernó de 2000 a 2005, porque media población chilanga dio la espalda a Morena, esa mitad a la que ahora aborrece y le cuelga toda clase de etiquetas, como “derechizada”, “conservadora”, “fifí” y “aspiracionista”, todos adjetivos con los que busca el insulto, la descalificación, la provocación.
No es sorpresivo, por eso, que también aprovechara su última perorata contra la capital para tundir a la UNAM, otro espacio de pensamiento diverso, crítico, con no poca tolerancia al discurso autoritario y pendenciero, siendo su dinámica más bien la discusión de ideas, el intercambio de argumentos, la investigación y la docencia. La libertad, en una palabra. De la institución puma ha insistido, sobre todo, en que está “derechizada”.
Esa etiqueta da pie a reflexionar sobre la incongruencia de un político que, llamándose de izquierda, liberal y juarista, devino predicador de Jesucristo, imagen de la Santa Muerte, omiso en la despenalización del aborto y férreo defensor del Ejército en múltiples actividades ajenas a su naturaleza, todas fuera de los cuarteles, con la chapuza de que es de sabios cambiar de opinión.
¿Quién se derechizó?