Las mejores telenovelas mexicanas son las de antes, las de Televisa.
Si no me cree, revise los números de las repeticiones, de lo que se alcanza a subir a las redes sociales.
Esas historias siguen conmocionando a las multitudes. Esas estrellas siguen haciendo suspirar.
No me gusta idealizar a nada ni a nadie, pero me queda claro que había algo muy especial en aquellos títulos.
Tanto, que más de un productor de hoy los ha querido imitar pero sin éxito.
¿Por qué nadie había podido acercarse a lo que hicieron los grandes maestros como don Ernesto Alonso y Valentín Pimstein?
Quién sabe pero hoy lunes 4 noviembre, por fin, tenemos un melodrama seriado de estreno que se acerca a eso que tanto amamos, a eso que tanto extrañábamos.
El responsable de esto es Pedro Ortiz de Pinedo y el título con el que va a enloquecer a las multitudes de México y del mundo es “Amor amargo”.
Seré muy honesto. Cuando tuve el privilegio de ver completo el capítulo uno de esta propuesta, acabé con el corazón estrujado.
Tuve mi “momento Ratatouille”. Volví a ser el niño que se enamoró de las telenovelas. Volví a sentir lo que sentía cuando veía a Ofelia Guilmain, a Ricardo Blume, a Ofelia Medina.
¡Me pegó muy duro! Hay testigos. Y lo único que alcancé a decir, con la voz entrecortada, fue: “ésta debería ser la telenovela de la noche”.
Por favor no se vaya usted a imaginar un melodrama viejo. ¡Para nada! Pero hay cosas que no envejecen y las buenas telenovelas mexicanas son exactamente eso.
“Amor amargo” está inspirada en un éxito de Portugal titulado “Ilha dos amores” de Maria Joao Mira y Diogo Horta. Lo adaptó un numeroso (y excelente) equipo literario encabezado por Óscar Ortiz de Pinedo.
Es la historia de amor imposible de dos jóvenes que pertenecen a familias enemigas en un contexto chocolatero. Así de simple. Así de complejo.
¡Pero no sabe usted qué maravilla! No hay manera de ver esto y de no volver a creer en el amor. ¡Y es tan emocionante! ¡Y es tan entretenida! ¡Y está tan bien actuada!
La pareja protagónica está formada por Ana Belena y Andrés Palacios. Ambos nacieron para hacer esto. No sólo son hermosos. ¡Le dan una fuerza a sus personajes! ¡Son tan encantadores! ¡Lo hacen de maravilla!
Pero la que se lleva esto es Daniela Romo. Voy a decir algo muy fuerte, pero es cierto: Daniela es una figura fundamental del espectáculo en español, un orgullo de México, una estrella que nos ha regalado grandes momentos en música, cine, teatro y televisión.
Bueno, ¡pues qué cree! Ésta es la actuación de su vida. Como María Rubio con Catalina Creel. Como Diana Bracho con la tía Evangelina. Muero de placer mirándola aquí.
Por si esto no fuera suficiente, volver a ver juntos a Cynthia Klitbo y a Francisco Gattorno no sólo es un buen chisme. ¡Es increíble! Yo quería llorar al lado de ellos cuando los vi.
Hermoso trabajo de dirección de Juan Carlos Muñoz. Exquisito trabajo de fotografía, iluminación, vestuario, escenografía, edición y musicalización.
“Amor amargo” es tan mexicana que desde que uno la comienza a ver se empieza a llenar de orgullo. Se ve preciosa pero se oye mejor.
Pedro Ortiz de Pinedo sí entendió que melodrama es música, que lo que se oye es tan importante o más que lo que se mira.
Ya después le volveré a escribir de esto. Hasta estoy tentado a hacer un experimento en redes sociales de lo entusiasmado que quedé.
Ahora lo que quiero es rogarle que por nada del mundo se vaya a perder esta experiencia a partir de hoy, de lunes a viernes, a las 18:30, en Las Estrellas (y VIX).
Nunca había cerrado una columna con esto, pero “Amor amargo” lo amerita: háblele a sus abuelas, llámele a su mamá, avísele a sus amigas y únanse todas (y todos), como lo hacían antes, frente al televisor para vivir una telenovela de verdad. Les va a gustar. De veras que sí.