'Como agua para chocolate' Hoy

Ciudad de México /

No he visto “Como agua para chocolate”, la serie mexicana que la plataforma MAX va a estrenar este domingo 3 de noviembre.

No sé si esté buena. No sé si esté mala. No sé si, como siempre, las audiencias van a ver el capítulo uno y después ya nada. No sé.

Pero es mi obligación profesional poner en contexto a la gente joven para que entiendan lo que representa este lanzamiento.

No voy a ser lindo. Y le ofrezco una disculpa a quien se pudiera ofender con lo que voy a escribir, pero se tiene que decir.

Hubo una vez un México que se refugió en las telenovelas para canalizar sus emociones.

Un tanto porque las autoridades no permitieron que floreciera ninguna otra manifestación artística. Un tanto porque la única televisora que teníamos en aquel entonces, Televisa, lo hizo bien.

Contrariamente a lo que se está diciendo ahora, la vieja Televisa no era estúpida, se daba cuenta de los cambios sociales, los atendía y en 1986, después de un gran concurso nacional, comenzó a preparar nuevos escritores para las telenovelas del futuro.

En uno de esos talleres, impartidos por personalidades como Fernanda Villeli, una joven profesora, que ya había trabajado en medios públicos, llamada Laura Esquivel, presentó el “boceto” de lo que hoy conocemos como “Como agua para chocolate”.

Laura era esposa del director de cine Alfonso Arau y su talento era indiscutible.

Doña Fernanda, sabia, en lugar de alentarla para que convirtiera “Como agua para chocolate” en una telenovela, le recomendó que la hiciera en libro.

Laura le hizo caso, al poco tiempo, y en una ceremonia muy modesta, en el Corral de Comedias de la Sogem, en Coyoacán, por allá de 1989, presentó la novela “Como agua para chocolate”.

En aquellos años no había redes sociales, tecnología ni nada de esas cosas y la industria editorial no era tan glamorosa como hoy, pero ocurrió un milagro: el público, el gran público masivo, amó con toda su alma ese texto y en muy poco tiempo lo convirtió en un éxito dentro y fuera de nuestras fronteras.

A Laura le fue pésimo porque, ojo con lo que voy a decir, la oligarquía cultural mexicana no vio con buenos ojos que una mujer ajena a su grupo triunfara de esa manera.

Y, me consta, hablaron mal de ella hasta que se cansaron. Se burlaron de la belleza de esa novela escrita combinando recetas y remedios. Y, por supuesto, jamás la promovieron bien.

Etiquetaron “Como agua para chocolate” como “literatura femenina” y como ser mujer era malo, ese libro era inferior.

Si hoy tenemos el México que tenemos, se lo debemos, por mucho, a obras como “Como agua para chocolate”.

Laura Esquivel puso a la comida mexicana, que en aquel entonces era para “nacos”, en el radar de la cultura. Inspiró a una nueva generación de mujeres y de hombres para que se dedicaran a la gastronomía. Homenajeó a nuestros pueblos originarios y a nuestras cocineras ancestrales.

Y desde la perspectiva de género, empoderó a las mujeres, las invitó a liberarse hasta del yugo materno y las inspiró para vivir el amor, para gozar de su sexualidad, para convertir sus sueños en realidad.

Chicas y chicos de hoy: con todo el respeto del que puedo ser capaz, les informo que ustedes no inventaron el feminismo ni muchas de las luchas que seguimos peleando ahora.

Hubo muchas y muchos precursoras y precursores de esto que tanto defienden y una de las más valientes, una de las más grandiosas, es Laura Esquivel con “Como agua para chocolate”.

Sí, este libro fue un “best seller” mundial, pero la señora Esquivel lo sufrió. Mucha gente le cerró las puertas, tuvo problemas de salud.

Y a todo esto que le estoy contando hay que agregarle el fenómeno de “Como agua para chocolate”, la película.

A principios de los años 90, el cine mexicano agonizaba y con los más mínimos recursos, este filme de Alfonso Arau, con guion de la misma Laura Esquivel, se convirtió en la película extranjera más vista del mundo.

Ya nadie se acuerda, pero estuvo nominada al Oscar cuando los mexicanos éramos la basura de Hollywood.

“Como agua para chocolate”, la película, fue una inyección de vitaminas para esta castigadísima industria y de una manera u otra, le abrió las puertas de Estados Unidos a una generación de mexicanas y de mexicanos que parecía condenada a hacer sólo telenovelas.

¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por Salma Hayek y Alfonso Cuarón o por Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro?

En resumen, “Como agua para chocolate” nos liberó, nos potenció, nos puso en el mapa y nos motivó.

¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque estoy furioso con el montón de estupideces que algunas personas que hicieron la serie de MAX han estado diciendo en sus giras promocionales.

Los ejecutivos de Warner Bros. Discovery deberían capacitarlos al menos un poco antes de permitirles que abran la boca.

Decir que están “resignificando” esta obra es volver a 1989 y escupirle en la cara a Laura Esquivel con el argumento de que, claro, como no es un hombre como Juan Rulfo, vale menos.

Esas estrellas deberían ofrecerle una disculpa pública a quienes protagonizaron el fenómeno original y cuadrarse ante la gente que les permitió que hoy, en lugar de estar haciendo telenovelas, puedan hacer “streaming” con corporaciones globales.

Voy a ver la serie de “Como agua para chocolate”, como cualquier suscriptor de MAX, el domingo 3 de noviembre, pero si encuentro que le cambiaron cosas para hacérsela “bonita” al mundo de hoy, seré implacable.

No se vale que cuando se tocan novelas de la élite cultural, novelas de hombres, sí haya respeto, y que cuando se toquen textos que se atrevieron a romper esquemas sociales, libros de mujeres, no.

¡Bienvenida “Como agua para chocolate”, la serie! Nos vemos el domingo.


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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