Los franceses fueron muy buenos para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, pero pésimos para clausurar.
¿Por qué pésimos? Porque perdieron el control. Todo lo que consiguieron en la bienvenida a nivel apertura, dinamismo y estructura ayer domingo 11 de agosto lo perdieron escandalosamente.
Yo no sé si fue porque los regañaron, porque se les acabó el dinero, porque a lo mejor tuvieron que compartir la producción con Estados Unidos o por qué, pero haga de cuenta que vimos el final de otro evento.
Apertura. ¿A qué me refiero cuando hablo de apertura? A que lo más bonito del comienzo de esto fue que lo vivimos fuera de un estadio, en las calles, con el pueblo:
Pobres y ricos. Mujeres y hombres. Jóvenes y viejos. Todos unidos por el espíritu olímpico.
Fue verdaderamente imperdonable que el final de este evento, cuando los atletas y las audiencias están desbordando más felicidad que nunca, se haya tomado la decisión de encerrar la transmisión en un estadio.
Fue como decir: aquí sólo entran los que pagan, los que sabemos cómo se van a portar, los que podemos ver, controlar. Nos arrepentimos de haber tratado de innovar.
¡Mal! ¡Muy mal! Ni hablemos de la otra apertura, la mental, porque entonces sí lloramos: cero imágenes icónicas. Cero aportaciones culturales.
Y ni modo de decir que la cultura francesa se acabó con lo que vimos en la inauguración porque así no se organizan las cosas ni siquiera en los festivales escolares. Mucho menos en la clausura de unos Juegos Olímpicos. Ahí pasó algo.
Dinamismo. Me interesa mucho hablar de dinamismo porque en contraste con la locura de tiempos y movimientos que vimos cuando todo esto comenzó, lo de ayer fue soporífero.
Me cuesta mucho creer que los genios que diseñaron esto y que encontraron tantas maneras tan ingeniosas de sustituir tantos momentos de insufrible aburrimiento televisivo, como el desfile de los atletas, no se hayan tomado la molestia de tratar de cambiar algo en esta ceremonia.
El momento más esperado, el del espectáculo “Records”, fue el lugar común de las peores películas de ciencia ficción del mercado sólo que aplicado a las Olimpiadas.
¿Cómo que un extraterrestre llega después del Apocalipsis y se topa con el espíritu olímpico? ¿No se supone que para impedir el Apocalipsis tenemos el espíritu olímpico? ¡Me quiero volver chango!
Estructura. Esto fue lo peor de todo. Le explico: estos festejos, como cualquier “show”, tienen una estructura: un principio, un medio y un final.
¡Qué tan mala no habrá sido la estructura del cierre de París 2024 que los narradores no sabían si despedirse o seguir improvisando!
La parte musical, que es la que cierra, para acabar “arriba”, la pusieron antes. Y como abrieron con lo de la flama, que se supone que es lo último, se perdió la secuencia lógica de todo.
Sí, lo de la flama lo retomaron en los últimos minutos pero más les hubiera valido a estas señoras y a estos señores no haberla retomado porque fue espantosa.
De por sí nadie le supo sacar provecho al pebetero volador, que siempre ocupó una posición muy pequeña al lado de la Torre Eiffel, poner a unos atletas a soplarle a una flamita para concluir aquello fue poco menos que un insulto.
Se cierra en grande, no en pequeño. Acuérdese cuando se apagó la flama de Atenas 2004 con el soplido de una niña, pero siempre en monumental, no en chiquito.
La secuencia fue tan lamentable que ni siquiera lució en televisión porque los atletas que participaron en tan malísima idea taparon la toma.
Pero lo más triste fue el momento de Los Ángeles 2028. Ojo: si alguien ama a Estados Unidos, soy yo, pero, con todo respeto, se les olvidó que eran unas Olimpiadas y nos ofrecieron un “show” de Hollywood más del montón.
Salió Tom Cruise, pero pudo haber sido cualquier actor. Tom Cruise no es para Estados Unidos lo que James Bond para Inglaterra.
Fue en Los Ángeles, pero pudo haber sido en cualquier playa estadounidense con cualquier reparto de renombre.
¿Sí me explico? A mí no me importa que Los Ángeles no tenga un edificio tan icónico como la Torre Eiffel ni que su cultura sea de otro tipo.
Ese momento era para hablar de lo que podemos esperar en los próximos cuatro años, para manifestar el orgullo que una ciudad siente porque va a ser sede de unos Juegos Olímpicos, para hablar del impacto social de algo tan fabuloso.
Todos esos números musicales que vimos pudieron haber sido del Grammy, del Emmy, del Oscar, del SuperBowl. No vimos a la gente contagiada del espíritu olímpico.
No percibimos que la llegada de las Olimpiadas le vaya a servir de algo al pueblo de Los Ángeles. ¡Cuidado! No va por ahí.
Los franceses fueron muy buenos para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, pero pésimos para clausurar y si no me cree, lo invito a revisar el video.
Siempre que acaban unas Olimpiadas, el presidente del COI dice que fueron los mejores Juegos Olímpicos de todos los tiempos. Siempre. Es algo como de elemental diplomacia.
Aquí sólo dio las gracias y se inventó la palabra “Sena-cional” (“SEINE-sational”) . ¿A usted no se le hace medianamente raro?