Hay contenidos que uno ve por diversión, para poder hablar de lo mismo que hablan todos. Y está bien. Pero hay contenidos que son una obligación.
Hoy jueves 5 de septiembre todas las mexicanas y todos los mexicanos tenemos la obligación de entrar a la plataforma MAX y ver “Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado”.
Tuve el privilegio de analizar dos capítulos completos de esta serie documental del sello HBO y mi mente y mi corazón se siguen esforzando por digerir tanta información, tantas ideas y tantos sentimientos.
Pero primero, lo primero. ¿Por qué tendría que ser una obligación interrumpirlo todo para mirar este material si, a lo mejor, yo vivo en otra parte del país o simple y sencillamente no me interesa?
Porque más allá de que ésta es una noticia tan fundamental como la matanza del 2 de octubre de 1968, aquí es cuando uno entiende dónde está parado y eso es algo que a todas y a todos nos tiene que importar.
“Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado” no es lo que hemos visto en tantísimos lugares desde 2014. Es la combinación de dos historias.
Por un lado está la de los normalistas. Lo que ocurrió antes, durante y después de esa noche.
Pero, por el otro, está la de la narrativa que se construyó alrededor de esto: las mentiras, los montajes.
En verdad, qué valientes las señoras y los señores de Warner Bros. Discovery y los más de siete productores que participaron en esta realización. Se están jugando la vida.
Y no, no me malinterprete. “Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado” es un ejercicio periodístico de una pulcritud admirable, pero qué valentía.
Están todas las voces. ¿Sabe usted lo que es ver, en igualdad de circunstancias, a Enrique Peña Nieto y a una campesina, a Alejandro Encinas y a un sobreviviente?
“Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado” es una bomba que amerita “Mañaneras”, más columnas y mesas de debate porque no falta nada. Nada.
Y yo quiero ver la cara de los medios que manipularon este evento, de los periodistas que mintieron.
¿Por qué esto es una serie y no un programa especial? Porque la cantidad y calidad de información y de testimonios es tan grande y tan buena que hubiera sido un error eliminar algo para abreviar, para agilizar.
Además, se hubiera prestado a confusiones, a que alguien no entendiera.
La estructura de “Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado” es un gran acierto porque cuando uno cree que ya lo vio todo, aparece algo más escalofriante, más ofensivo.
La producción está llena de valores. No sé cómo le hicieron para conseguir ciertas imágenes, pero los responsables de este proyecto las consiguieron y hay que felicitarlos.
No sólo se trata de contar esta historia. Se trata de contarla bien. De no caer en las tentaciones del sensacionalismo. En no querer jugar a favor o en contra de un gobierno.
Me encantaría contarle detalles, discutir algo, pero sería una falta de respeto tanto para usted como para los creadores de este proyecto que, en definitiva, es la mejor muestra de solidaridad que una plataforma global, con el poder y prestigio de MAX, le puede hacer a México a 10 años de estas desapariciones.
Luche con todas sus fuerzas por ver ya “Los 43 de Ayotzinapa, un crimen de estado” en MAX. Es una obligación. En serio.