'Los Simpson' lo volvieron a hacer

Ciudad de México /

El capítulo 7 de la temporada 36 de “Los Simpson” me dejó pensando: ¿qué estamos haciendo con la televisión?

¿No se nos estará pasando la mano con este asunto de los contenidos premium, las nuevas narrativas y las lecturas paranoicas?

Viene mucho al caso con lo del escándalo de la censura, con lo de la nueva ley de telecomunicaciones y con muchas otras cosas que todas y que todos estamos viendo en los medios y en las redes sociales.

No cabe duda, “Los Simpson” siempre van un paso adelante. Son la gran fuente de sabiduría de la humanidad.

En el remoto caso de que usted no este viendo lo nuevo de “Los Simpson” en Disney+, ¿de qué trata ese episodio?

Es un homenaje a muchas de las obras de Ray Bradbury. Desde “La feria de las tinieblas” hasta los cuentos de “El hombre ilustrado”.

Son tres historias de terror. La tercera es algo así como “Fahrenheit 451”, su famosa novela que habla de cómo, en el futuro, los libros son quemados por los bomberos para poder, así, controlar a la humanidad.

¿Qué tiene de interesante la versión de “Los Simpson”? Que en un futuro muy parecido a este presente, los bomberos no queman libros, queman la televisión divertida.

Es muy fuerte porque, exactamente como está pasando con las audiencias más convencionales en la actualidad, ya nadie puede ver nada sin cuestionar la motivación de los personajes, sin buscar narrativas innovadoras o sin ponerse a cazar problemas ideológicos.

Las cosas en ese capítulo de “Los Simpson” como en la televisión, en el cine y en el “streaming” de hoy son tan intensas, que Homero pregunta: “¿Alguna vez han deseado que la televisión sea tonta y divertida?”

Y mientras él se encierra en un sótano a ver videos estúpidos de los años 90 como si estuviera cometiendo el peor de los delitos, Marge comenta: “Es nuestro deber cívico ver la televisión con las tramas más densas que podamos”.

No es broma. Ni en “Los Simpson” ni en la vida. Yo me meto a cada rato a las redes sociales. ¿Y con qué me encuentro? Con ese “deber cívico”, con unas criaturas muy extrañas que ni hacen crítica, ni gozan lo que están viendo ni nada de nada.

Sólo están buscándole defectos a lo que ven, frases que puedan ser utilizadas como un ataque a los empresarios o a la presidenta. No hay manera de que sean felices.

Esto ya no es bonito. Ver la televisión, ver lo que sea, ya no es agradable. Ahora es un pretexto para atacar, para pelear, para sentirse superior.

No por nada, en este episodio de “Los Simpson” hay un representante de la autoridad que señala:

“Hace mucho que entendimos que el entretenimiento debe ocupar totalmente la conciencia de la población. Estamos utilizando televisión de calidad para controlarlos. Estos programas complejos son la distracción perfecta de lo distópica que es nuestra distopía”.

No le voy a contar más detalles para no arruinarle la experiencia, pero creo que es una caricatura que debemos analizar.

Como bien cuestiona Homero: “¿Es posible que nos hayamos equivocado respecto a todo?”

Ojo: “Los Simpson” no están defendiendo los contenidos nocivos, la televisión tóxica ni nada de eso. Nos están pidiendo que reconozcamos que se vale sentarse frente a la tele sólo para pasar el tiempo, sólo para carcajearnos con babosadas.

El final de este capítulo es particularmente conmovedor porque precisamente por todo lo que ha cambiado en los últimos años, ya no existen programas como los que ahí se mencionan.

Es imposible. No volverán. Y da tristeza. Y da coraje. Hoy, lo disruptivo no está ni en el análisis político ni en la denuncia social. Está en la diversión, en lo superficial, en lo bobo.

¡Gracias!

Larga vida a “Los Simpson” y al magnífico trabajo que nuestros actores mexicanos de doblaje, encabezados por el gran Humberto Vélez, están haciendo ahí.

Luche por ver esto ya, ya, pero ya, en Disney+. Le va a gustar. De veras que sí.


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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