Me rompiste el corazón. ¿Con qué? Con “Danna, tenemos que hablar”, este peculiar contenido de hora y media que acabas de estrenar en Disney+.
¿A qué me refiero cuando digo peculiar contenido? Por favor no lo vayas a malinterpretar. Es que esto no es ni una película biográfica, ni un documental ni el típico programa de semblanza.
Es un nuevo tipo de propuesta. Tus directores y tú inventaron un lenguaje para conectar con tus audiencias y eso es exactamente lo que no hace nadie.
¡Gracias! ¡Gracias por jugártela! Porque esto más que cualquier otra cosa, es una especie de confesión, algo que va de lo más íntimo del universo, como el zoom cara a cara, a lo más masivo del mundo como la pelea del Canelo Álvarez donde cantaste el himno nacional.
Si antes te respetaba, ahora te respeto más. Si antes te admiraba, ahora te admiro más.
Eres una artista de verdad, una mujer sensible, talentosa, preparada y disciplinada que le ha dedicado su vida entera al arte, a la cultura, al espectáculo.
¿Pero sabes qué es lo que más aprecio de “Danna, tenemos que hablar”? Que estás haciendo una hermosísima campaña de promoción de la salud mental.
Y no la estás haciendo por el lado obvio, como todos. ¡No! La estás haciendo a través de ti. Te estás sacrificando, una vez más, por el bien colectivo y eso te convierte en algo más que una estrella. Te convierte en una heroína del siglo XXI.
Yo sé que mis colegas se van a ir por el lado de la explotación infantil, por las cosas sucias como la sexualización adolescente que ellos mismos te obligaron a padecer o incluso por asuntos todavía más escabrosos.
A mí no me importa eso. A mí lo que me importa, lo que me dejaste con este material, es una prodigiosa historia de supervivencia, de crecimiento personal, de brillantez femenina.
Yo no creo que sea casualidad que justo en el clímax de esta pieza denuncies la manera tan salvaje como se critica a las mujeres.
Yo no creo que sea casualidad que justo cuando las cosas se habían puesto más oscuras para ti, nos muestres cómo el amor te salvó, cómo el amor te rescató, cómo el amor te reinventó.
¡Qué manera de hacer las paces con tu lado oscuro! ¡Qué manera de trascender!
Y los musicales, ¡bueno!, no pueden ser más maravillosos.
Te voy a hacer una confesión: no soy muy fan ni de las bioseries ni de los documentales biográficos porque, salvo honrosas excepciones, terminan siendo como malas telenovelas, ejercicios de egolatría o infomerciales disfrazados. ¿Sí me entiendes?
Tú no caíste en eso. Como la gran creadora que eres, diseñaste una estrategia audiovisual, más digital que tradicional, para darle un giro a tu arte, entregarte, mandar un mensaje positivo y ayudar.
No hay manera de que una, de que uno, cuando acaba de ver esto, no diga: ¡yo soy Danna!
¿Te das cuenta? ¡Lo lograste! Lograste lo que pocos artistas logran. ¡Lo lograste una vez más!
¡Felicidades! Desde el fondo de mi corazón. Me siento muy orgulloso de ti. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
No te detengas. Sigue creando. Sigue luchando. Sigue creciendo.
Con todo mi amor y respeto, Álvaro Cueva.