El escándalo de la censura

Ciudad de México /

Lo hicieron mal. Lo siento. Lo tengo que decir. Y cuando las cosas se hacen mal, hay que asumir las consecuencias.

¿De qué estoy hablando? De todo el escándalo que usted, millones de personas y yo hemos estado observando alrededor de la transmisión de los “spots” del gobierno de Donald Trump en la televisión abierta privada nacional.

En el muy remoto caso de que usted no sepa nada, le suplico que me permita ponerla, ponerlo, en antecedentes.

Uno: el mundo entero vive una guerra ideológica. Las izquierdas y las derechas se están dando con todo.

Dos: el gobierno de México es de izquierda. El de Estados Unidos, de derecha. ¿Así o más complicada nuestra relación?

Tres: Televisa comenzó a transmitir, durante su programación, un “spot” del gobierno de Donald Trump.

Cuatro: más se tardó Televisa en hacer eso, que las autoridades en sacar una iniciativa para cambiar la ley de telecomunicaciones en tiempo récord para prohibir “contenidos extranjeros”. Así, con esas palabras.

Cinco: obviamente ardió Troya. Los enemigos del sistema acusaron al gobierno de Claudia Sheinbaum de querer ejercer censura y la prensa de izquierda se dio vuelo atacando a Televisa con argumentos totalmente descontextualizados como el desafuero de Andrés Manuel López Obrador.

Seis: Claudia Sheinbaum, brillante, como siempre, desaceleró el cambió de ley y lo mandó a un proceso mucho más sensato, mesas de trabajo. Lo de siempre. Fin de los antecedentes.

De la larguísima lista de errores alrededor de esta historia, ¿cuál es el peor? Pensar que las audiencias son tontas.

Los chairos no necesitan decirle a las mexicanas y a los mexicanos que los “spots” de Donald Trump poseen una poderosa carga ideológica.

Nosotras y nosotros lo sabemos. Y tan lo sabemos, que cuando los “expertos” de izquierda comienzan a “explicarnos” que son antimexicanos, no les creemos.

¿Por qué? Porque nuestras neuronas funcionan igual que las suyas y cuando vemos el “anuncio”, por más que nos lo digan, por más que nos lo inventen, jamás encontramos una sola palabra, una sola frase, una, que hable mal de México.

¿Por qué nos quieren manipular? Y no hablo de ni de Donald Trump ni de las derechas. Hablo de los “analistas” chairos. ¿No se supone que ellos son los principales enemigos de la manipulación?

Ese “comercial” no es muy diferente a muchos que le hemos visto al gobierno de México en otros momentos de la historia.

La transmisión de ese “spot” en televisión abierta privada nacional no tiene nada de malo. Es un contenido extranjero. Sí. Como muchas series, telenovelas y caricaturas.

Es un contenido extranjero como muchos de los comerciales de Coca Cola y como muchos de los de un montón de países como Corea, Alemania y Japón.

El gobierno no puede decir un día, como lo hizo en febrero cuando Netflix estuvo en “La mañanera”: vengan todos los países del mundo a dejarnos su dinero en contenidos, y arrepentirse a los dos meses.

Mucho menos por diferencias ideológicas.

Ahora las cosas se van a poner peor porque, evidentemente, después de este lamentable antecedente toda la parte privada de los medios de comunicación de este país se va a oponer a que la limiten y yo agregaría, a que la sigan atacando.

No sé usted, pero a mí se me cae la cara de vergüenza cuando escucho a los “expertos” de izquierda atacando a las televisoras privadas, por ejemplo, por vender.

Sí, así como lo está usted leyendo. Vender, para ellas, para ellos, es malo. Es malo generar empleos. Es malo pagar impuestos. Es malo darle prestaciones a los empleados. Es malo que haya dinero.

Así de enfermas están las cosas. ¿No sería mejor volver al respeto? ¿No sería mejor entender que las audiencias no son estúpidas y que, cuando están mirando la televisión, son capaces de entender lo que están viendo?


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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