Sheinbaum y Trump: el papel de los medios

Ciudad de México /

Sigo sin poder creer lo que pasó después de que Claudia Sheinbaum habló con Donald Trump el 3 de febrero.

Como usted recordará, el presidente de Estados Unidos anunció aranceles contra México y, como nunca, el pueblo y los empresarios se unieron en apoyo a nuestra presidenta.

Ella habló con Trump, se llegó a varios acuerdos y todo ese asunto se puso en pausa durante un mes.

No sé cómo lo vivió usted pero para mí fue un momento de gloria, como de fiesta nacional.

No sólo tenemos a una presidenta mujer, tenemos a una gran presidenta mujer que consiguió entenderse, en un marco de absoluto respeto y sin sacrificar nuestra soberanía, con uno de los líderes más importantes del mundo.

Yo pensé, en mi ingenuidad ranchera, que iba a haber grandes elogios en los medios de comunicación y, buscando eco a mis emociones, corrí a encender la radio y a mirar la televisión.

¿Y con qué fue con lo que me encontré? Salvo honrosas excepciones, con analistas furiosos. En serio. Su actitud ni siquiera era seria. Estaban genuinamente enojados por el triunfo de la presidenta de México.

Era como si ellas y ellos, descaradamente, hubieran deseado que a México le hubiera ido mal, que Trump hubiera humillado a Sheinbaum, que hubiéramos perdido nuestra posición de país libre y soberano.

Hubo un momento, se lo juro, en que sentí que estaba viendo y oyendo, más que noticiarios, programas de chismes donde los conductores hacen berrinche porque fueron a la boda de una cantante y en lugar de invitarlos a cenar lo mismo que a los novios, les sacaron un bote de tamales.

¿Ése es el nivel de nuestros servicios informativos ahora? ¡Pues con razón hay tantas producciones a las que les está yendo tan mal!

No se trata de estar de acuerdo con el público. Se vale ir contracorriente. Se vale ser crítico. Pero, ante todo, se trata de ser profesional.

Hubo un señor, en una estación de radio con cámaras, por ejemplo, al que sólo le faltó cantar “lero lero” cuando le tocaron el tema del mes que “nos dio” Trump.

Todo lo que dijo fue muy desagradable, personal.

¿Me creería si le dijera que antes de que concluyera remató como burlándose de ese dato y pronosticando, con una muy enferma mezcla de odio y placer, que en un mes nos va a ir pésimo?

Vivir en un país donde todavía existe la libertad de expresión es un privilegio, pero esto ya no es libertad de expresión, es promoción del odio. ¡Cuidado!

Una parte de mí sigue pensando que todavía padecemos un groserísimo cerco informativo alrededor de los logros de esta administración.

Pero hay otra, que está mil veces más preocupada, que tiene la sensación de que lo que un alto porcentaje de prensa mexicana quiere es un enfrentamiento feroz entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump.

Están esperando a que la presidenta de México pierda el estilo, que explote, que diga una barbaridad. Si no es sobre el tráfico de armas, que sea por los migrantes. ¡Que la riegue! ¡Que dé show!

¿Eso es informar o es intervenir? ¿Eso es para vender “views”, periódicos y puntos de “rating” o sólo para molestar? ¿Dónde empieza “La mañanera del pueblo” y donde, “El chacaleo”?

Urge que reflexionemos sobre el papel de los medios (y de las redes sociales) en esta nueva realidad, sobre los supuestos análisis que se hacen en las secciones de opinión y sobre qué tanto le sirve o no le sirve esto a las audiencias.

Se supone que para ellas se trabaja, ¿no? Pues que se vea. Un poquito de respeto nunca está de más. ¿O usted qué opina?


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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