El otro día me preguntó alguien muy importante: ¿por qué le está yendo tan mal a los medios de comunicación?
No es por culpa de las redes sociales, por los cambios generacionales o por la falta de dinero. Es porque no están donde tienen que estar.
Le voy a poner un ejemplo que me tiene escandalizado: “Tengo un sueño”.
Nuestro país se la ha pasado mal. Hay zonas sumergidas en la violencia desde hace muchos años. Y esto aplica lo mismo para el norte que para el sur.
El gobierno federal decidió, en 2019, combatir esto de fondo. ¿Cómo? Con cultura.
A través de diferentes programas y actividades, como los Semilleros Creativos, las niños y los niños de muchos de los rincones más peligrosos y alejados de México encontraron un lugar seguro para canalizar sus inquietudes.
Ahí, nadie los juzga. Ahí, nadie los ataca. Ahí, pueden ser ellas mismas. Pueden ser ellos mismos.
Ahí, sin pagar un solo peso, en lugar de aprender a someterse o de aprender a tomar un arma, aprenden música, teatro, literatura y muchas otras manifestaciones artísticas más.
No se trata de tenerlas entretenidas, de tenerlos entretenidos. Se trata de que encuentren una opción de desarrollo en el arte.
Y esto es tan de verdad, que cada año los Semilleros Creativos, con niñas y niños de todos los estados, llenan el Auditorio Nacional presentándose ante una multitud que no da crédito de su talento.
Estos eventos se llaman “Tengo un sueño” y son un éxito indiscutible.
¿Sabe usted lo que significa para una chiquita humilde, que vive en un lugar que nadie quiere visitar por peligroso, presentarse en el mismo escenario donde se han presentado las estrellas más famosas del mundo y que el público la ovacione de pie?
¿Alcanza a entender la emoción que un pequeño con discapacidad, de un pueblo originario alejadísimo de la capital de la nación, puede llegar a sentir al brillar en un escenario de semejante magnitud?
No estamos hablando de una fiesta de nicho. Son muchos cientos de Semilleros Creativos. Son muchas miles de niñas, muchos miles de niños, los que están detrás de esto.
Muchas miles de niñas y muchos miles de niños son muchas miles de familias. Muchas miles de familias son muchos puntos de “rating”.
Tantos o más que los que dan los desfiles. Tantos o más que los que dan los deportes. Tantos o más que los que dan los festivales.
¿Quién cubrió esto? ¿Quién mató por transmitirlo en vivo, por tener reporteros ahí, narrando, compartiendo, celebrando? Sólo Canal 22.
Qué bueno que existe Canal 22, que es un medio público y que, por obvias razones, tiene que estar ahí.
¿Pero y los demás? ¿Cómo aspiran a ganarse la confianza y el cariño de las audiencias de hoy si no están donde está la gente de hoy?
No quisiera pensar en un cerco informativo. No quisiera pensar en que, claro, como es un evento de gobierno y como este gobierno no paga, sólo se habla de él para las cosas malas.
¿Por qué le está yendo pésimo a los medios de comunicación? Porque solitos se están cerrando las puertas.
Tienen todo para atender a las multitudes, todo para ganarse el respeto y fidelidad de las audiencias de hoy, pero no se dan cuenta.
Este año, “Tengo un sueño” fue particularmente relevante y si no me cree, la invito, lo invito, con mucho respeto, a que busque el testigo de más de tres horas en YouTube.
¿En dónde radicó su relevancia? Primero, en que estamos estrenando presidenta. Segundo, en que ahora tenemos a Claudia Curiel de Icaza como Secretaria de Cultura. Y tercero, en que hubo un cambio de formato.
Ahora, en lugar de que nos fuéramos actividad por actividad, se creó un espectáculo monumental donde todas las vertientes de todos los Semilleros trabajaron unidas todo el tiempo.
Por si esto no fuera suficiente, Canal 22 produjo un programa especial previo donde le entregó las cámaras y los micrófonos a las niñas y a los niños de los Semilleros y yo sigo sin creer la profundidad de sus declaraciones.
Fue hermoso ver y escuchar a esas pequeñas y a esos pequeños de estados como Durango, Veracruz y Michoacán hablando de cómo encontraron un refugio en los Semilleros, de cómo la cultura las está y los está transformando.
Quiero felicitar públicamente a Cecilia Sotres, Roberto Rentería, Gala Sánchez, Nora Huerta, Brisa Alonso y una larga lista de directoras y directores porque no alcanzo a comprender cómo le hicieron para que esas niñas y esos niños escribieran, desarrollaran y ejecutaran todo lo que cientos de miles de mexicanas y mexicanos gozamos, en vivo, la noche del miércoles 30 de octubre a través de la señal de Canal 22.
Estamos hablando de mucho más de 700 personas entrando y saliendo del escenario con orquestas, bandas, circos, coros, danzas (de muchos tipos), lenguas indígenas, teatro, títeres, poesía y hasta con restauración de instrumentos musicales, entre muchas otras actividades más.
Piense en el vestuario. Piense en la logística. Piense en la seguridad. ¡En los alimentos!
Esto es una locura. Como para hacer una película, un documental, una serie. ¿Cuántos países pueden presumir de tener un “show” como éste?
Y es que en “Tengo un sueño 2024” seguimos una historia de principio a fin, una historia buenísima, desde todas las perspectivas, que nos sensibilizó sobre cuestiones de género, sobre derechos humanos y sobre muchos temas que en otros tiempos hubieran sido impropios para las y los menores de edad.
Cierro los ojos y reflexiono: estas niñas y estos niños son lo máximo. Piensan, sienten y crean a un nivel altísimo. ¿Cómo va a ser su vida cuando sean grandes? ¿Hasta dónde van a llegar? ¿Cuántas satisfacciones le van a dar a México?
Dígame, por favor, si esto no es mil veces mejor a etiquetarlas o etiquetarlos como “ninis”. Dígame, por favor, si esto no es millones de veces mejor que entregárselas o entregárselos a la violencia.
Y no es una promesa de campaña. Es una realidad. Ahí está. Funciona.
Yo no tengo una bola de cristal como para adivinar si dentro de 15 o 20 años seguirá habiendo balazos o cosas peores donde ahora están los Semilleros Creativos.
Lo que sí sé es que la realidad será distinta y que habrá una nueva generación de mexicanas y de mexicanos aportando desde otras perspectivas.
¿Y todo gracias a qué? Al cambio que comenzó aquí, en la infancia, con el arte, con la cultura.
¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo! ¡Que vivan los Semilleros Creativos! ¡Que vivan el arte y la cultura!