Yo sé que hoy domingo 15 de septiembre, cuando él esté tocando la campana, no lo va a decir pero vamos a ser muchas y muchos los mexicanos que gritaremos: ¡Viva Andrés Manuel López Obrador!
¿Por qué? Me gustaría decir que porque ha sido uno de los presidentes más queridos de la historia de México, pero afirmar eso sería una mentira.
AMLO ha sido el único presidente que ha sido amado en este país en muchísimas generaciones. No “uno de los más queridos”. El único.
No sé a usted, pero a mí me enseñaron a odiar a los presidentes, a verlos como unos auténticos incompetentes, rateros y hasta asesinos.
Desde que recuerdo, en todas las reuniones, cuando se tocaba el tema del presidente, se hablaba mal: quejas, insultos, chistes.
Las mexicanas y los mexicanos debimos haber sido muy estúpidos no sólo por haber votado por esos personajes sino por normalizar una relación tan enferma con el poder.
¿Cómo íbamos a luchar por un México mejor cuando nuestro máximo líder era como eran esos señores? ¿Cómo íbamos a salir adelante teniendo enfrente el ejemplo que ellos nos daban?
Con Andrés Manuel López Obrador todo eso cambió. Aquí hay amor, amor sincero, amor de verdad. “Amor con amor se paga”.
Somos muchas las mexicanas y muchos los mexicanos que amamos al presidente, a este presidente. Perdón, pero esto es nuevo en nuestras vidas.
No es casualidad que nos la pasemos viendo manifestaciones de amor por aquí y por allá, camisetas, accesorios, canciones y muñecos de todo tipo.
¿Qué fue lo que pasó? Que AMLO, a diferencia de sus predecesores, entendió la importancia de la comunicación emocional, del poder suave, e inmediatamente conectó con las mayorías.
A él no le dio pena conservar su acento, utilizar expresiones populares, citar cantantes, recomendar comidas ni hacer bromas y eso lo volvió cálido, simpático, entrañable.
Y no, no estaba actuando. Así es él. Hay congruencia. Lo que a otros presidentes les hubiera dado vergüenza, a él le daba orgullo. ¡Qué mensaje tan importante para las nuevas generaciones!
Acuérdese: somos muchas y muchos a los que nos educaron para negar nuestras emociones, para reprimirlas, para no sentir. AMLO nos liberó, nos permitió sentir, nos dejó ser nosotras mismas, nosotros mismos.
¿Cómo pones eso en un Informe de Gobierno? ¡No hay manera!
Por lo mismo, Andrés Manuel López Obrador se convirtió, en muy poco tiempo, en esa figura paterna que tanta falta le hacía a este país que históricamente siempre estuvo en la orfandad.
Andrés Manuel López Obrador no se explica, se siente.
Ojo: esto no significa que México sea un país perfecto ni que no haya personas que lo odien pero, volvemos a lo mismo, en contraste con lo que pasaba antes, los enemigos del presidente ahora lo pueden insultar abiertamente tanto en sus medios como en sus redes y eso también es un privilegio.
¿Qué hubiera pasado si la oposición de Peña Nieto, de Calderón, de Fox, de Zedillo o de Salinas de Gortari los hubieran atacado, con la mitad de la rabia, con la que estas señora y estos señores atacan todos los días a AMLO y a sus seguidores?
Estamos ante un fenómeno sin precedentes, ante un líder que es emoción pura y es complicado lidiar con eso, en especial si consideramos que estamos en los últimos días del sexenio.
¿Cómo se despide a un presidente que ha sido tan amado? ¿Cómo te resignas a perder a alguien a quien quisiste tanto? ¿Qué va a pasar en tu corazón? ¿Cómo vas a llenar ese vacío?
Por eso hoy, cuando él esté tocando la campana, o incluso antes, no sé, pero de que va a pasar, va a pasar, vamos a ser muchas y muchos los mexicanos que gritaremos: ¡Viva Andrés Manuel López Obrador! ¿A poco no?