Le llaman latigazo cervical. La cabeza se azota de manera violenta primero hacia adelante y luego hacia atrás. ¿Quién diablos me pegó? Ahí está, en el espejo retrovisor. El idiota que hace un instante estaba en la luna. Se baja, te bajas y ambos clavan la mirada en la abolladura buscando la frase exacta para librar, de la forma más barata, ese inesperado impacto en la propia economía. Esto no sale con polish, el seguro va a costar más, al tuyo no le pasó nada, ¿y si nos arreglamos? ¡Esa es! La frase por excelencia del pragmatismo nacional. Lo cierto es que el coche tampoco estaba impecable, por lo que aceptas lo que trae, lo dejas ir y te vas con tu golpe, ese con el que poco a poco aprenderás a vivir. ¿Y la lana? Esa ya no existe, se fue en otras cosas que eran más urgentes e importantes. El coche cada vez se verá peor, pero igual que muchos, tampoco es tan grave. Más o menos así, quizá con algunos discursos de por medio, es cómo funciona el gobierno en este sexenio.
El latigazo cervical de la semana pasada cayó en viernes. El Presidente anunció una nueva propuesta, a manera de un intento adicional para mejorar el sistema de salud en nuestro país y volvió a asegurar que el sistema será el mejor del mundo. La Clínica es Nuestra es un programa que consiste en asignar recursos directamente a un comité que distribuirá después el dinero en las diferentes comunidades para que los vecinos se encarguen de dejar su clínica u hospital en buen estado. Algo así como “El Problema es Nuestro” o “El Problema es Suyo, nosotros ya les dimos el dinero”.
El programa es una réplica de otro que ya existía llamado La Escuela es Nuestra y opera básicamente de la misma forma. Se reparten los recursos entre los funcionarios de la escuela y los padres de familia, y estos se encargan de dejar en buen estado las instalaciones a las que asisten sus hijos. El problema es que la Auditoría Superior de la Federación reportó un gran número de irregularidades: no hubo un diagnóstico ni un plan ni gente especializada para pensarlo y realizarlo, además de que se reportó poca transparencia en la asignación de recursos y la comprobación de resultados.
No, así no es Dinamarca. El gobierno danés no llega con cada familia a darle unas coronas danesas y ver si a la familia se le ocurre ponerle baños en la escuela o bebederos y pinta las paredes de su clínica. Aunque también debemos de aceptar que si hoy llegara el Gobierno y nos diera a escoger entre arreglarnos un problema o darnos el dinero para que lo hagamos nosotros mismos, le apuesto a que muchos escogerían lo segundo. Y así nos arreglamos.
De eso se trata la dispersión del dinero y en gran medida la aprobación del Gobierno. Les dan enseres domésticos en Acapulco y, ya sea que los vendan o se los queden: “El Problema en el Puerto es Suyo”, más allá de que “Las Estancias Infantiles son Suyas”, “El Refugio para las Mujeres es Suyo” o “El Cuidado de los Enfermos de Covid es Suyo”.
El Problema es que de esta forma no hay visión ni programa. El coche no se arregla. El país se destartala. Sí, el dinero se dispersa, pero con ello también se dispersa la estrategia, el compromiso y, en el fondo, la responsabilidad del gobierno. ¿Rectoría del Estado? A ver si no nos contestan “Los Problemas del Estado son Suyos”.