Tan buena es la idea que, después de dar los buenos días en el Zócalo, fue lo primero que nuestra Presidenta dijo: “Se cumplen 100 días desde que dio inicio el segundo piso de la Cuarta Transformación”. Escasos segundos después explicó: “¿Por qué le llamamos segundo piso de la Cuarta Transformación? Porque los cimientos, la base, las puso el mejor Presidente: Andrés Manuel López Obrador y a nosotros nos toca consolidar, sumar y avanzar con el segundo piso, con la raíz bien firme y el corazón por delante”. Suena bien, aunque no necesariamente es verdad, sin embargo, mercadológicamente la idea estira lo suficiente para llegar muy lejos.
Todos sabemos que el sexenio anterior dejó muchos huecos: en salud, en educación, en crecimiento, en presupuesto. La frase es poderosa porque ayuda a que, en lugar de cerrar el sexenio aceptando el rezago y las promesas incumplidas, logra darle la vuelta a las percepciones y ver los equívocos como “esperanzadores hoyos negros”. Y aún más, redefinidos los “hoyos negros” como “cimientos”, se establece en la mente de la audiencia una imagen simple y comprensible con la que esta se puede relacionar porque la ha visto: una excavación profunda en la que aunque uno se asome no se ve nada, pero sabe que algo saldrá.
En el fondo, la frase es una disculpa y en eso radica su mayor potencia. “Obra en construcción. Disculpe las molestias”, dicen los carteles en las calles. Y uno acepta las disculpas porque espera que algún día de ese enorme hueco surja un moderno edificio. En este caso: un México nuevo.
La frase funcionaba mejor con Marcelo Ebrard que, durante la disputa por la candidatura interna, fue quien la lanzó. Andrés Manuel había hecho el sótano, pero la idea de prosperidad con justicia —que era lo que prometía Ebrard— llevaría a la Cuarta Transformación más allá: al segundo piso de la transformación. Una visión a la altura del mundo, concluía. Por lo menos eso fue lo que dijo y de donde después lo tomaría Claudia.
De una forma u otra, el concepto es genial. López Obrador hizo el hoyo y Claudia va a construir. El problema es que ahora al visitar la obra, la cosa no se ve del todo bien. Mexicana es un hoyo carísimo que hizo López Obrador, el problema es que hoy el hoyo es aún más profundo. La Megafarmacia era un hoyo con anaqueles y ahora nuestra mandataria dice que serán una especie de farmacias Simi en los Bancos del Bienestar. Habrá que ver. Y el Tren Maya, después de asegurar que traería más turismo a la zona ahora dice que será de carga. ¿No que era un éxito? ¿Y los hoteles que construyeron a lo largo del trayecto? Si el tren ahora será de carga ¿quién se hospedará en ellos? ¿el maíz transgénico?
Y ¿qué decir de la política internacional? Sobre el hoyo que nos dejó el gobierno anterior, le pusimos encima el aval de México a la autoproclamación a la presidencia de Nicolás Maduro en Venezuela acompañado de las risas y abrazos de Miguel Díaz Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua, es una vergüenza que no es cimiento de nada. Es el sótano de los derechos humanos, de la democracia y de la historia. Pero hay más, si Trump cumple lo que prometió, no habrá frase ni discurso que funcione, el sótano 2 podría ser nuestro destino.
En conclusión, a 100 días el segundo piso se ve como una obra gris. Muy gris.