La foto se la tomó él mismo contra el espejo del baño en un motel. La puerta hacia la habitación está cerrada. Camiseta negra de manga larga, guantes con los dedos recortados también negros. Parado al lado de la secadora de pelo empotrada en la pared que, por efecto del reflejo del espejo, apunta hacia nosotros. En la mano derecha una pequeña hacha que hace descansar sobre su propio hombro como lo haría un leñador, pero no, sabemos que no es un leñador. En la mano izquierda un teléfono negro con vivos rojos que lo encuadra para apenas librar su cabeza y poderlo ver, aunque en realidad no lo vemos. De la nariz para abajo está cubierto con un pañuelo negro que trae impresa la mandíbula de un cráneo. Ese mismo día, después de tomarse la foto, ese hombre mataría a tres mujeres.
“¿No te parece una paradoja que un país tan machista vaya a tener una presidenta mujer?”, me pregunta Ana Paula Ordorica. “Un país machista, violador y feminicida”, le digo yo. Una contradicción irresoluble o tal vez una esperanza.
La pregunta surge en referencia a un artículo de El País en donde la periodista Carmen Morán Breña toma una encuesta realizada por Enkoll en donde 75% de los encuestados asegura que los mexicanos son algo o muy machistas; pero 53% de los hombres dice preferir a una mujer para el cargo, mientras 69% de las mujeres opina lo mismo. Más allá de que en ambos casos se trata de la mayoría, un abrumador 87% de la muestra se manifiesta lista para que una mujer sea su presidenta. Al parecer, una contradicción irresoluble, imposible. Un contrasentido.
Ni la periodista antes de escribir su artículo ni Ana Paula y yo antes de nuestra conversación sabíamos que el joven de la foto había escrito en sus redes: “Hoy es el día”. Acompañando la frase está la foto de un paño negro sobre el que se encuentran dispuestas algunas de las prendas negras que porta en la foto, el hacha, dos navajas y un cuchillo con sierra, todos con el mango negro. Alejandro, como después sabríamos que se llama el sujeto, tiene apenas 20 años. Detrás de la puerta cerrada hacia la habitación que vimos en la foto, el joven presuntamente dejaría muerta a una mujer y de ahí partiría a una universidad para matar a otras dos y dejar herido a un hombre.
En la encuesta de Enkoll, 71% del total de la muestra confía en que una mujer sería mejor para lograr el crecimiento económico que necesita el país, 64% dice que combatiría mejor la corrupción y 65% que lograría mejores resultados en seguridad pública. Ojalá.
Quizá no nos damos cuenta todavía, pero el hecho de que una mujer asuma la Presidencia de México no solo es histórico, es un hecho que cambiará este país. No, no creo que el que llegue una mujer asegura que entienda mejor el país o aún la agenda femenina, ya vimos en este sexenio como la paridad en un gabinete puede ser simple ornato, floreros en una estantería. Lo singular ya no es cómo vea ella sino cómo la van a ver. Lo distinto es que ahora será una mujer en la silla. Esa es una imagen tan nueva que puede resultar la base para cambiar este México desalmado, machista y asesino. Esa es la esperanza. La que llegue tiene que entender esa imagen histórica.
No, no será hoy, tal vez no sea el 2 de junio, pero será pronto.