“Calladita te ves más bonita”

Estado de México /

El reciente 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fueron referencia muchas de las acciones que en el contexto sociohistórico se asignaron a las mujeres, condicionando su desempeño y acotando los espacios para su expresión intelectual y empoderamiento en diversos ámbitos de la vida social.

Si bien se ha avanzado mucho, aún siguen presentes aquellos dichos y comentarios que desde la infancia escuchamos para moderar la conducta y contar con aceptación social.

 Entre estos destaca uno digno de análisis y que seguramente es conocido, “Calladita te ves mas bonita”, algo que desde la época prehispánica se aplicaba a las niñas, lo que mucho asombró al misionero franciscano e historiador de la entonces Nueva España Fray Toribio, conocido como Motolinía, que en sus escritos destaca que a las niñas de la cultura prehispánica “parece que querían que fueran ciegas, sordas y mudas”

El referido dicho encierra privilegiar la belleza y no el intelecto al mandatar el silencio, ya que finalmente la palabra es una poderosa herramienta que expresa lo que pensamos, sentimos, queremos, toleramos o no. ¿Pero… será mejor estar calladita? O ¿quizá algo pasa si estamos en silencio sin imponerlo?

En nuestra moderna forma de vida si algo nos rodea es el ruido en diversas intensidades, al grado que resulta un compañero indispensable para no sentir soledad, y como mencionan los psicólogos, la posible inexistencia.

Entonces el mandato por estar calladitos toma otra dimensión si consideramos que hay “silencios que dicen más que cualquier palabra”.

La noticia es que el silencio a modo de meditación mejora las funciones cognitivas, que permiten la lectura, la memoria, la resolución de problemas y es además el mejor antídoto contra el estrés, como lo refieren las investigaciones realizadas en la Universidad de Harvard y Cornell. Al referido dicho, además de eliminarlo de nuestra cotidianía, resulta necesario que actuemos ya, cambiando los hábitos y costumbres socialmente establecidos para evitar las desigualdades y sacar provecho a los necesarios y saludables espacios de silencio no impuestos que limitan y condicionan la conducta, mejor silencios voluntarios que fortalezcan al cerebro mediante la auto reflexión, y la autoestima, reafirmando la identidad.

Así de esta manera se construyen las vías intelectuales que permitan expresar el pensamiento con el poder de la palabra.

  • Arlette López
  • Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM
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