¡¡Que llueva!! expresión cada vez más escuchada entre los acalorados habitantes en diferentes partes de nuestro país. El privilegio de contar con el vital líquido en hogares y vida cotidiana, poco lo valoramos hasta que como dicen por ahí… lo perdemos.
Para invocar la lluvia, se han realizado a lo largo del tiempo innumerables rituales, danzas, plegarias, ofrendas, todas para complacer a los Dioses y lograr mejores cultivos y una vida plena.
Los rituales buscan la conexión entre la humanidad y la naturaleza, como en la “Danza de la lluvia” de algunas tribus nativas americanas, o la plegaria hindú a Varuna, Dios del Agua, que incluye ofrendas
En las civilizaciones Mesoamericanas para los mayas el Dios de la Lluvia era Chaac, que recibía ofrendas y procesiones rituales, para los mexicas era Tláloc ahora expuesto en la entrada del Museo de Antropología, cuyo nombre viene del náhuatl con el simbólico significado de “Néctar de la Tierra”.
Cuando en 1964 esta imponente escultura prehispánica de siete metros de alto y 167 toneladas de peso dejó Coatlinchán en Texcoco, al margen del gran pesar y resistencia de los pobladores, llega finalmente a la Ciudad de México donde curiosamente a su arribo cayó una gran tormenta.
En estos días de sequía y calor imploramos por el favor de la lluvia, olvidando que hay condiciones para que exista, partiendo del ciclo que comprende evaporación, condensación y consecuente precipitación, así como temperatura y humedad circundante.
También es necesario contar con la importante presencia de los árboles y bosques, como muestran los estudios que proponen la teoría de la “bomba biótica” de Makarieva y Gorshkov (2007), del Instituto de física Nuclear de San Petersburgo, que integra la participación de los bosques en la circulación atmosférica y la generación de la lluvia. Teoría aun en estudio.
La experiencia nos dice que sin tanta ciencia y con la simple vivencia, es más placentera la sensación de frescura debajo de un árbol que a la sombra de un edificio, que los árboles son hogar de otros seres vivos y promotores de un aire menos contaminado, y además promotores de lluvia, entonces, tratemos de comprender los ciclos de la naturaleza, y procurar una mejor condición de los espacios que son garantía para la existencia de la lluvia y la recarga de los acuíferos la lluvia es un buen motivo para conectar a la humanidad con la naturaleza.