Vida bajo la tierra

Estado de México /

El concepto de belleza y funcionalidad no siempre van al parejo con la apariencia en el mundo animal, pues es común apreciar interesantes, dignos de cuidado y atención, a los seres vivos que consideramos atractivos, bellos o al menos tiernos a nuestros ojos, también a los que por su importancia económica son fuente de trabajo y demanda social, sumando también, que se pueden apreciar a simple vista.

Pero… qué sucede con los seres vivos que no es fácil visualizarlos y menos valorarlos, que viven en espacios poco visibles y además no cuentan con la aparente belleza que los hace atractivos como lamentablemente pasa con los organismos que habitan bajo el suelo.

En este caso se encuentran los poco agraciados gusanos anillados, insectos, artrópodos entre otros e incluso se les considera molestos como a las hormigas, termitas, caracoles, escarabajo, cochinillas por mencionar algunos, incluyendo a las importantes lombrices (Lumbricus terrestris).

Estos anillados seres vivos que beneficiaban a la agricultura fueron venerados por los egipcios, Aristóteles las definió como “los intestinos de la tierra”.

En el año 1837 Darwin presento en la Sociedad Geológica de Londres un trabajo sobre la formación del manto vegetal que las lombrices generan, 42 años después lo describió y refirió ampliamente en su libro “La formación de la tierra vegetal por la acción de lombrices”.

Las lombrices son fundamentales para el adecuado funcionamiento del ecosistema del suelo, ya que lo fertilizan, mejoran su aireación, controlan las plagas e incrementan la posibilidad de retención del agua y nutrientes, creando condiciones para la presencia de otros organismos necesarios para la salud del suelo. La otra versión de las lombrices es la empresarial ya que se cultivan para generar lombricomposta, que resulta ser unos magníficos fertilizantes e insumos para la pesca, o también convertirlas en harina para consumo humano. Entre los aliados para mejorar la calidad del suelo se encuentran organismos a los que afanosamente agredimos creyendo que son venenoso entre ellos al “cara de niño” (Stenopelmatus) que son parientes de chapulines y saltamontes y viven también bajo la tierra, este insecto es inofensivo y ocasionalmente, como las lombrices, salen en época de lluvias. Si encontramos algunos solo hay que regresarlos con cuidado a la tierra para que continúen realizando el valioso trabajo de mejorarla.


  • Arlette López
  • Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM
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