Menos que nada

Ciudad de México /

La sociedad ha creado la religión de la individualidad única, decir “así soy yo” justifica todo tipo de conductas, el individuo es un valor en sí mismo, y la ideología del “Yo” lo protege. Los individuos contemporáneos miran a los del pasado casi con lástima, creen que hoy somos mejores, más libres, más modernos, más bellos y claro, con más amigos. No ven que lo “nuevo” de hoy tiene sus raíces en el pasado.

Las circunstancias que vivimos, felices o dolorosas, las llevamos como la gran excepción: solo nos pasa a nosotros. La experiencia es individual, aunque sea colectiva, sin embargo, no somos los únicos, si en algo no se puede innovar es en el dolor y la fortuna. Marco Aurelio en sus Meditaciones, que son verdaderas lecciones de cómo vivir, nos dice “Quien ha visto el presente ya lo vio todo, no sólo cuanto sucedió desde la eternidad sino también cuanto acaecerá por toda una infinidad de tiempo”.

El tiempo es relativo para Marco Aurelio, lo eterno y lo infinito se disuelve para arrastrarnos en las obsesiones de la naturaleza humana. Lo “nunca visto” no existe, todo lo que surge desde nuestras pasiones, emociones, sentimientos, ambiciones, vicios y virtudes, proviene de un bucle interminable de existencias que repetirán una y otra vez el patrón. El camino del conocimiento es largo, ahí no hay relatividad, lo tenemos que andar paso a paso. Aprender del placer y del dolor, que son insuperables maestros. Contemplamos la miseria humana de hoy y estamos contemplando la Historia, no podemos superar al fango de la pendiente que baja, la piedra de Sísifo en las espaldas de seres sin nombre.

Rubens pinta en su monumental Juicio Final una masa de cuerpos que forman un gran anillo, del lado izquierdo ascienden al cielo, del lado derecho descienden al infierno. Es un ciclo eterno, los cuerpos se pisan entre si para subir y se tratan de colgar de los otros para no bajar, unos demonios los jalan, cargan con fuerza. Es el ciclo que menciona Marco Aurelio, en esa pintura está la eternidad y lo que sucederá en el infinito por venir. Hemos escrito la Historia del mundo y las mínimas historias individuales a través de reincidencias, el anillo de Rubens rodea nuestro mundo.

Indra, dios hindú de la lluvia, tiene una red interminable de gotas de agua que se unen entre si con hilos de éter, en cada gota hay incontables almas que se reflejan entre si y son parte del resto de gotas. En esa red están las almas que han ido y venido. Somos espejo y reflejo del tiempo. Nos dice Marco Aurelio: “El tiempo presente es un punto en la eternidad, las cosas son de poco momento, caducan, perecederas, vanas”, esa pretensión de que estamos vivendo momentos únicos o históricos, de que somos el parámetro de un nuevo horizonte y todo lo que clamen desde su pedestal del vacío, desaparece en ese punto en la eternidad, las gotas de agua se multiplicarán tragándose todas las voces.


  • Avelina Lésper
  • Es crítica de arte. Su canal de YouTube es Avelina Lésper
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