Encadenado padece el castigo de los dioses por robarse el fuego. Elemento veloz, inasible, hermoso, violento es luz y contiene la esencia de la inteligencia. En su libro La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han utiliza la metáfora de Prometeo para hablar de la autoexplotación, las águilas devoran su hígado “que es indoloro”, es “la escenificación de la estructura psíquica del individuo contemporáneo, viéndose forzado a aportar rendimiento”. Más adelante dice: “Prometeo y el águila es una relación del sujeto consigo mismo, una relación de auto explotación”.
Es decir, yo soy el águila que devora mi hígado, y su apetito es el mío, su insatisfacción es la mía. No estoy de acuerdo porque Prometeo odia a los dioses, lo grita cada día, cada hora que permanece ahí, como ejemplo para la masa que obedece y calla. Creo que Prometeo es la imagen total de la rebeldía, no hay autoexplotación en quien decide dominar y manejar el tesoro de los dioses. La autoexplotación es sometimiento, que es justamente lo que rechaza Prometeo.
Las dos ideas, rebeldía a los dioses y sometimiento, están contenidas en la misma tragedia, si el héroe provocó su desgracia eso demuestra pureza de espíritu. En el momento en que Hermes se acerca a Prometeo, este lo acusa de ser el obediente mensajero de los dioses, incapaz de rebelarse y le grita “lárgate”, “odio a los dioses”, entrega su cuerpo al eterno suplicio, la recompensa es el privilegio valeroso y superior de decir “no”.
Si lo miramos como la metáfora en donde el explotador y el explotado son él mismo, hacemos de Prometeo una víctima, no un héroe. La victimización del individuo frente al todo social, monstruo más malvado que los dioses y más voraz que los buitres, es un lugar común de la filosofía, la sociología y el activismo: somos incapaces de defendernos, atados a un risco ante el abismo
Byung-Chul Han lo llama “arquetipo de la sociedad del cansancio”. Lo cual me parece imposible, si algo no tiene Prometeo es cansancio, él soporta, sobrevive, está ahí para demostrarnos que es superior al castigo y que un día los dioses se cansarán de verlo alimentando a las águilas. Prometeo posee el privilegio de la negación, su primera desobediencia fue romper los límites del poder. La luz símbolo de la inteligencia está contenida en el fuego, es para unos cuantos. Desde que el conocimiento fue creado y sistematizado, el siguiente paso era divulgarlo.
Leer es la rebeldía de Prometeo, cada vez que entramos al conocimiento, desde el arte, la contemplación, la música, veneramos a ese héroe del saber. Entonces el héroe y el águila que devora son uno mismo, él que desea aprender quiere aprender más. El hígado que renace cada día para abrir el apetito de las aves es nuestro propio apetito por más conocimiento. Cada vez que iniciamos un libro, partimos de nuestra ignorancia, para alimentarla de lo que vamos a conocer. Eso sucede frente a la contemplación del arte, la música, el teatro, partimos del instante en que no sabemos nada para ser uno con lo que miramos.