Mil ponches

Estado de México /

Valeria y Renato llevan recorriendo las calles de la ciudad en búsqueda de una bebida caliente, reconfortante y, para variar, decembrina. Por más de media hora acuden a direcciones que vieron en sus redes sociales o que les indicaron amigos y familiares. Ante la frustración de no encontrar tan ansiado tesoro se dejan llevar por cualquier haz de luz a las afueras de alguna casa, con la ilusión de encontrar algún puesto callejero donde, además de alguna garnacha o tamales, también vendan ponche. Su misión fallida los orilla a estacionar su vehículo frente a un local de tacos, donde, una vez realizado su pedido, el mesero les dice: “De tomar tenemos, refrescos, cerveza, aguas de sabor y ponche”.

Los climas gélidos del otoño e invierno siempre se convierten en el mejor pretexto para desear una taza de café o chocolate. Sin embargo, junto con las fiestas decembrinas, como las posadas, las comilonas de Noche Buena, Navidad y Año Nuevo, se puede degustar de un ponche de frutas, del cual, debemos subrayar, cada familia tiene su propia receta, esto con base en los gustos de cada uno de los integrantes. En términos generales podríamos decir que, en la zona centro del país un ponche debe tener caña, tejocote, canela y pasas, además de estar endulzado con piloncillo. Seguramente, ante esta declaratoria, más de un lector frunció el ceño y exclamó ¡Faltó la manzana!, ¡Faltó la Jamaica!, ¡Faltó el tamarindo!, etcétera. Ahí nuestro punto.

El término ponche proviene del hindi pãc, que significa cinco, lo cual hace referencia al número de ingredientes base, esto según la tradición india, dichos elementos son: aguardiente de vino de palma, azúcar, limón, agua y té. Es de suponerse que esta bebida, además de ser alcohólica, buscaba darle un giro en su sabor, probablemente convirtiéndola en líquido para pasar el rato. Cabe mencionar que la historia alimentaria de la India basa en las bebidas, las especias y, por ende, los aromas, su cultura gastronómica. También es de suponerse que, con el paso de los años y los intercambios culturales, el servir y beber este tipo de infusiones denotó sofisticación y clase, principalmente entre las sociedades europeas.

Un aspecto que es fácilmente observable es que cada país tiene una bebida que enmarca las celebraciones invernales. Por ejemplo, para la zona norte europea se acostumbra el vino caliente, que como su nombre lo indica es vino infusionado con frutas y especias: al igual que para los grupos británicos el ponche de huevo, el cual se elabora con leche, huevo, vino o cerveza, especias y azúcar. Ante esta diversidad de bebidas podemos concluir que, con base en la disposición de frutas, semillas y especias, las variedades del ponche fueron cambiando, al grado que, si quisiéramos confeccionar un recetario de ponches, tendríamos uno para cada día del año, y sobrarían.


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