Presidenta con A o sobre la importancia de las letras y las palabras

Ciudad de México /
Luis M. Morales

Al aceptar su constancia como presidenta electa, Claudia Sheinbaum hizo una invitación respetuosa a decir presidenta con “A”, pues, la cito, “lo que no se nombra no existe”. El énfasis en el uso del femenino refiere al compromiso de Sheinbaum con las necesidades y los derechos de las mujeres mexicanas. Quiero aprovechar este espacio, sin embargo, para abordar otro asunto, igualmente central, al que alude Claudia al subrayar, aunque sea tangencialmente, el valor de las letras y palabras. Me refiero a las palabras y su nexo con la educación y con la escuela.

Las palabras son el vehículo indispensable para expresarnos y comunicarnos. Su conocimiento y uso fluido son esenciales para completarnos como humanos. En su forma oral, las palabras se adquieren escuchando e imitando a las personas que nos rodean e interactúan con nosotros desde nuestros primeros días. En su forma escrita, sin embargo, las palabras requieren procesos de enseñanza-aprendizaje deliberados y sistemáticos. Dicho en breve, a diferencia de la lengua hablada de uso cotidiano que se adquiere orgánica y espontáneamente, la adquisición de la lengua escrita requiere instrucción específica. Es decir, requiere de método y de escuelas. En particular de escuelas primarias abocadas, en primerísimo término, a desarrollar los saberes y habilidades relacionados con la lectura y la escritura.

El manejo diestro de la lengua escrita es fundamental por varias razones. La lectura y la escritura resultan decisivas para modelar y formar nuestra capacidad para pensar. Son indispensables para acceder al acervo de conocimiento humano acumulado a lo largo de la historia. Además, y absolutamente central, resultan cruciales para la participación plena en la vida en colectivo, así como para generar condiciones efectivas para la igualdad de derecho y de hecho entre las personas.

¿Qué tanta igualdad social puede haber en un país si solo unos cuantos saben leer y escribir bien? ¿Cuánto puede exigir sus derechos una persona que no cuenta con la capacidad para leer y entender su contrato laboral o de alquiler? ¿Qué tanto podemos pedirle a los bachilleratos o a las universidades si muchos de las y los alumnos que ingresan a ellos carecen de los elementos indispensables para comprender el contenido de las lecturas asignadas o las preguntas de los exámenes que tienen que completar? ¿Cuánto podemos esperar de una ciudadanía a la que se le ha conculcado durante tanto tiempo su derecho fundamental a aprender a expresarse por escrito y a poder entender lo que lee?

Claudia Sheinbaum ha manifestado de muchas y muy diversas maneras que, para ella, la educación es y será una prioridad. Así lo indica el uso reiterado que ha hecho de la expresión “la educación es el corazón de la transformación” a lo largo del tiempo y sus acciones en la materia durante su gestión como jefa de Gobierno de CdMx. En el mismo sentido apuntan, por ejemplo, sus palabras durante una entrevista con Gabriela Warkentin de julio de 2022, durante la cual dijo, la cito: “los derechos crean libertades y si hay un derecho que crea mayor libertad es justamente la educación”.

En cuanto a la escuela y la lengua escrita, en esa misma entrevista y ante la pregunta de la entrevistadora sobre qué entendía por educación de calidad, la hoy presidenta electa expresó lo siguiente: “hay que recuperar no solamente la ‘calidad educativa’ en abstracto…, nosotros queremos que un niño, una niña sepa leer, sepa comprender la lectura, sepa lo más básico de matemáticas; yo creo también que deben tener una orientación científica desde pequeños, pero también una orientación cívica”. Nótese la mención de la lectura en primer lugar.

Sobre el mismo asunto, el 2 de abril de este año, durante el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, Sheinbaum dijo y publicó en su cuenta de Facebook lo siguiente: “haremos una República de lectores, promoviendo círculos de lectura en todos los ámbitos educativos y laborales, creando más salas de lectura, redes de librerías, bibliotecas populares, ferias del libro, así como la producción de libros a muy bajo costo y bibliotecas digitales de libre acceso”. Considero muy afortunada la frase “República de lectores” porque refleja, una vez más, la importancia que la presidenta electa le asigna a la lengua escrita y porque al hablar de “República”, tácitamente reconoce el vínculo estrecho entre lectoescritura, por un lado, y vida republicana e interés público, por otro.

Los retos asociados a fortalecer la enseñanza-aprendizaje escolar de la lectura y la escritura son mayúsculos. Entre muchas otras cosas, porque los rezagos son enormes y de larga data, por lo cual exigirán atención no solo en primaria y secundaria, sino también en bachillerato e incluso en los primeros semestres de la educación superior. Atenderlos con éxito no será tarea sencilla. Confío, con todo, en que el compromiso de la próxima presidenta de México con la educación escolarizada en general y con la lectoescritura en particular se traduzca en acciones concretas que nos permitan empezar a enderezar el barco de la República en este tema central.


  • Blanca Heredia
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