Dos exposiciones

Ciudad de México /

México ha cambiado en su arte pictórico. Véanse dos muestras para entenderlo: Magali Lara en el MUAC y Miguel Covarrubias en el Palacio de Iturbide, las dos en Ciudad de México. El lenguaje es abismal. La gran técnica dibujística de Covarrubias, con trazos académicos, rigurosos de la escuela mexicana, frente a la libertad de la mano que se desliza sobre el lienzo o el papel de Magali Lara, cual si fuera una niña que no sabe lo que hace. Y los temas: el folclore en el pintor, con su colorido característico con el que los extranjeros creen que es nuestro país, ante la intención existencialista, conceptual de la pintora, más cerca de la declaración íntima que nos lleva a sensaciones donde el color y la letra juegan en un estado anímico.

El catálogo de Lara tiene el mismo defecto que el libro de Sylvia Navarrete sobre Covarrubias: llevarnos a comprender una obra a través de historias o análisis que se hace de los creadores. Ninguno de los dos lo necesitan. Covarrubias nunca fue un gran pintor (no lo digo yo, se ha escrito a lo largo del tiempo y siempre se le ha reconocido su trabajo de dibujante y caricaturista, o su conocimiento antropológico) y Lara siempre ha sido una creadora de atmósferas sensoriales que nada tendrían que ver con definiciones estilísticas; su mano es pulso del arte contemporáneo hace décadas. 

Tuve oportunidad de ver las exposiciones y comparar el arte mexicano del ayer con el presente. Son apenas un ejemplo de discusión, de la tradición pictórica contra la conceptualización necesaria de las artes plásticas. Lara, más cerca de Gabriel Orozco en varios aspectos; Covarrubias, una presencia que nada tendría que ver con Julio Galán o Francisco Toledo, ni siquiera con José Clemente Orozco o Rufino Tamayo. Covarrubias es heredero de una forma de ver México o ilustrar el mundo (hizo mucho sobre esto). Lara es un punto de vista: el suyo con sus influencias del arte universal como Twombly, por citar uno evidente. Pero que además penetra conciencias a través de su propia conciencia, lo que no es poco.

No niego que disfruté las dos exposiciones. Nunca pensé que escribiría sobre las dos hasta que sin querer asocié el pasado con el presente. Me quedo con Magali Lara, de sobra. 


  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz y De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
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