El discípulo de Cohn

Ciudad de México /

Donald Trump conoció a los 23 años al abogado Roy Cohn, que le mostró las sucias formas para ganar juicios y no pagar impuestos a favor de sus inmobiliarias gracias a un sistema de justicia corrupto durante los años 70 y 80. De allí surge el ascenso imparable de Trump. Lo retrata el filme del iraní-danés Ali Abbasi, El aprendiz (2024), que el hoy presidente estadunidense hizo lo imposible para impedir que se exhibiera en cines. Trump aprendió con Roy la diferencia entre perdedores y ganadores. La película es un método de enseñanza para forjar el carácter de un líder capaz de tirar a matar para sacar ventaja de los débiles.

No hay un buen protagónico sin su antagónico. Trump y Cohn aparecen a los ojos del espectador con el humanismo y miserabilismo de que son capaces en un guion de Gabriel Sherman. Y con ellos un sistema donde el dinero manda en diversos niveles para hacer y acallar injusticias. Trump vanidoso, soberbio, empoderado, homófobo, machista, violador, incapaz de llorar en público. Cohn, que persigue a homosexuales y él es homosexual de clóset, el amigo de Richard Nixon, que le abre puertas del éxito y el dinero, que vive en secreto su sexualidad y muere del vih/sida, en 1986, absolutamente desprestigiado como abogado. Abbasi no permite respirar con lo que vemos: el ascenso de quien impulsó su carrera a base de tropelías. Y un abogado, Cohn, traicionado por su discípulo al final de su existencia.  

Sebastian Stan en el papel de Trump y Jeremy Strong como Roy Cohn están nominados al Oscar. Si Hollywood quisiera dar una cachetada a su mandatario podría hacerlo dándolos por ganadores: porque lo merecen por sus actuaciones y porque dan al espectador un filme donde la realidad, donde el mundo vive uno de los peligros más grandes de la humanidad como no los habíamos visto desde los tiempos del nazismo. 

Un filme que atraviesa a manera de documental la vida de dos seres ominosos en la faz de la Tierra. Ya sabemos que hay presidentes que, como Trump, usan el poder para sí mismos. Pero pocos sabemos que los gays igual son como Cohn, al servicio de los peores oficios de esta Tierra. 

Por favor, no vomite en la sala de cine, mejor piense qué hacer con su presente, hoy y mañana.


  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz y De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
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