Cuando fui a Israel igual pisé la tierra de Palestina (1993). Ser otro me develó un espacio judío, musulmán y católico. Imposible no abrirse a la realidad que allí viven. La geopolítica cercena derechos de pueblos en Medio Oriente no es un secreto. Desde 1948 nace Israel, pero sigue en el hilo la nación Palestina, que suma una diáspora de más de seis millones de gente esparcida en el Líbano, Jordania y Siria, principalmente.
Fui porque deseaba ver a los ojos a Esther Seligson, escritora (de quien Geney Beltrán acaba de publicar su obra, Narrativa reunida, la mejor autora mexicana–judía que tenemos en México. Imprescindible lectura cuyos libros crecen con el tiempo). Con ella recorrí el mercado de Jerusalén. Me dijo: “Para que te quites la idea de que solo hay judíos ricos, de raza blanca”. Fuimos al Museo del Holocausto y salí deshecho. Nadie niega la shoah, los perseguidos por Hitler y que partió a Alemania en dos después de la caída del nazismo. Igual creo que aquello no se repetirá y no es pretexto histórico para acabar con los palestinos (vean el documental ganador del Oscar, No other land: soldados israelíes destruyen sus casas y los expulsan de sus tierras).
Pensaba esto al estar leyendo la solidaridad en torno a la escritora y académica Margo Glantz, que se sumó al sionismo a los 14 años (sus padres eran de Ucrania), que apoya las medidas de Netanyahu contra Gaza (entre ellas, los crímenes a niños, como el mutilado de brazos que aparece en la foto ganadora del World Press). Margo Glantz llamó “idiotas” a quienes se pronuncian por Palestina. No tengo nada contra ella, a quien conozco de más de 50 años como periodista cultural. Pero a esas firmas de apoyo hay que preguntarles de qué lado de la historia están los entes conscientes. Yo, del gobierno de Israel, no. Por el derecho a la nación palestina, sí.
No diré más porque los argumentos de las balas son ejemplo de lo que está pasando en Medio Oriente. Acá, las luchas a palabra franca tendrían que tender puentes, no separarlos. ¿Es deplorable que una mujer de 94 años sea abucheada por jóvenes manifestantes? Sí. Aunque le doy la razón a los activistas: no la golpearon, se pronunciaron libremente por ser pro Netanyahu.