A matacaballo. El tiempo se sigue acabando, de a poquito, como en un reloj de arena. Fin de semana -viernes, sábado y domingo- intenso. El primero de esos tres días la jornada presidencial empieza a las 5 de la mañana. Alistarse para estar una hora después en el Gabinete de Seguridad. Por primera vez se abre a la prensa. Salón sobrio. Piso de parquet y colección de óleos en los muros blancos. Al fondo sillón López Morton, rodante, piel negra y madera rojiza, con escudo nacional tallado en el respaldo y con tallones en los descansabrazos. A sus espaldas otra águila devorando a otra serpiente y 24 letras que no han de ser de oro: Presidencia de la República. Bandera a la izquierda. Sobre su escritorio, sólo un águila juarista -será de bronce- , papeles que se irán dispersando, un lápiz y una taza blanca con la estampa de Sor Juana, para el café, que no perdona. Será Pluma Hidalgo o Yajalón o de Coatepec. Los demás, en sillas negras rodantes también, convencionales. Unos, vasito de cartón. Otros, termo. El del Secretario de la Defensa, azul, con sus iniciales entrelazadas; por seguridad. Esperan al Presidente de pie. Entra, toma su lugar. Junto a él, a su mano izquierda, Jesús Ramírez Cuevas; a su derecha, María Estela Ríos -la Consejera Jurídica-; y repartidos en la mesa de herradura, secretarios del gabinete que corresponde. ‘Parte’ correspondiente y luego intercambio con la prensa; por única ocasión en ese lugar. Responde sobre el tema Ayotzinapa. “Estamos dedicados en estos últimos días a buscar a los jóvenes… Si no los encontramos, no podemos sostener una versión… Es importante aclarar que yo no acepto otorgar impunidad a nadie, ni a mis hijos ni a mis familiares y que yo no estoy aquí, para encubrir, para convertirme en cómplice, no me eligieron para eso… Si se demuestra que soldados los que desaparecieron a los jóvenes, por qué vamos a ocultarlo”. Le pregunta Emir Olivares -de La Jornada- qué impacto puede tener lo que declare El Mayo en EU. “Nada que pueda afectarnos… que se transparente todo. Si hay asociación delictuosa con autoridades, que se sepa cuáles y también qué vinculaciones han tendido con agencias extranjeras… Sólo no mentir, señalar por señalar, por consigna; y tener pruebas”.
Tres horas y media de ‘mañanera’. De ahí a Chiapas. A la Concordia, para inaugurar al fin un puente prometido hace 50 años para conectar a más de 300 mil de la región que sólo podían cruzar la presa de La Angostura en pangas o ‘chalanes’. Cuando llegamos suena en los altavoces La bandolera y Camarón pelao tú quieres / camarón pelao te doy... Hoy, ahí, zona de conflicto entre grupos criminales. Las comunidades, pegadas a la frontera, están huyendo de Guatepeor a Guatemala. Llega antes el secretario de Comunicaciones, Jorge Nuño. Y el gobernador Rutilio Escandón; no lo quieren. Me lo dijo una enfermera en el avión, que tuvo que huir de Motozintla a Tonalá. Me lo dice un taxista en Tuxtla Gutiérrez. Le reclaman a Escandón incapacidad o indiferencia. “Así no era Chiapas”. Llega el convoy con el Presidente y la presidenta electa. Hay máximo operativo de seguridad con la máxima discreción. Es el principio de su octava gira, conjunta, ‘de la mano’. Recorren el puente atirantado de 703 metros de largo. No es acto masivo. El público sentado, es de los trabajadores. Estamos en un explanada con grava, al pie de un cerro. Habla Claudia Sheinbaum. “No los voy a defraudar, no voy a traicionar al pueblo de Chiapas ni al pueblo de México”. Presiona el primer mandatario al gobernador y a Nuño. “Vamos a regresar en los últimos días de septiembre para inaugurar el ‘Rizo de oro’ (otro puente) y la carretera”. Apechugan. Se las puso fácil. Hay de una sopa. Hace reconocimiento específico a albañiles, a soldadores, a fierreros, soladores. Y también a los ingenieros. Habla de la importancia de que llegue una mujer a la Presidencia. “A algunos no les gusta, porque todavía hay machismo. ¿Sí o no? ¿Pues saben qué? Aunque no les guste a los machines, la mujer es más responsable, más trabajadora, más honrada que el hombre. Y al que no le guste, que se vaya a… Palenque, Chiapas”. Risas. De los machines. Al final lo importante, lo grave. “No me ha gustado lo que ha estado pasando últimamente (en Chiapas); ya estamos interviniendo. Hay que hacer valer el nombre del municipio, La Concordia… la paz es fruto de la justicia”. Himno. Se baja. Otra vez se mete entre la gente. Apretones, firmas y besos. En la caminata de salida, hablo con un anciano; se apoya en mí el largo trayecto de tierra en la subida. Morral y sombrero. Me siento bastón de la nación. Lázaro…Lázaro Torres. Huele a ese sudor al que huele un campesino de 80 años que siembra “la milpa y un poco de frijol”. Dice que en Claudia, el Presidente “es como si dejara sus manos; pero vamos a ver”. La gente recorre el puente a pie. Una paisana dice a los suyos “ya tenemos un puente como el de Oakland”. De regreso, los pueblos aledaños por los que pasamos están vacíos. Sólo otro anciano como de la edad de Lázaro, vence el miedo en bicicleta por el camino. Vámonos antes de que se haga de noche. Sábado, ceremonia inaugural de la refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco. Domingo, otros dos encuentros con la gente en Sayula y Minatitlán, en Veracruz. Mucho que contar. Acá no cabe. Mañana. Mientras, será lunes como todos los lunes. De levantarse a las 5 de la mañana. De mirarse en el espejo. Para afeitarse. Para ponerse la corbata. Para encarar a la política. Y resistir, Para añorar a la gente. Y resistir.