El Presidente tarda más en llegar que otros lunes. El gabinete de seguridad, que comenzó a las 6 de la mañana se extiende. Algo pasará. Lo suficientemente prioritario, como para hacer esperar a fieles e infieles. Si acaso es de energía solar, estará recargado. La gira del fin de semana que ayer se comenzó a narrar acá, terminó en Tabasco y Veracruz. Calor permanente. Y bien parejero. Todos sudaron igual. Los de del templete y los miles de abajo. Mientras llega, hago recuento. Luego de Chiapas, el sábado, a su agua, a su tierra. Escala en Huimanguillo, en la estación Chontalpa del Tren Interoceánico. Supervisión de obras. La gente se entera. Rodea la camioneta. Habitualmente abre el vidrio. Esta vez sin avisar, se baja en el lodazal a abrazar a una mujer, sin brazos, en silla de ruedas, que no lo puede alcanzar. La detecta. María Trinidad. Buen momento. Pese a su condición, le pintó un retrato que entregó en Atención Ciudadana y sigue esperando a que le confirmen. Busca respuesta de primera mano; si no, para que se lo regresen, dice. No sabe si se lo dieron. Él tampoco. De ahí a Paraíso. A la refinería.
Nos recibe una inmensa torre de metal de la que brota la llama olímpica de la 4T. Inauguración de la Refinería de Dos Bocas. En lo que llegan suena el son de La Bruja. La repiten 14 veces continuas. Todavía la seguimos chiflando. Platico con un obrero en overol. ¿Cómo le hacen con este trinche calor? Cuarenta y cinco minutos de trabajo, por 15 de descanso e hidratación. Presentación del presídium. Abuchean a Manuel Bartlett y al gobernador Merino. El Director de Pemex, Octavio Romero aclara que aunque se inaugure apenas, ya produjo un millón de barriles de diésel desde julio, que ahorita va a jalar ‘a medio gas’ y en unas semanas ‘a todo vapor’. Ya veremos dijo un ciego. El Presidente dirige mensaje “primero, desde luego, a los obreros, a los trabajadores que hicieron posible esta obra”. Alguno de ellos grita a todo pulmón “¡a huevo, viejo!”. El mandatario se despide. “Me faltan días me voy con mi conciencia tranquila puedo decir misión cumplida… yo soy dichoso con lo que tengo, diría mi maestro Pellicer”. A Veracruz. El domingo en Sayula de Alemán (porque ahí nació el ex mandatario Miguel Alemán; como si ahora le pusieran Macuspana de López Obrador, pué). El Presidente está de luto. Le han avisado que murió José Agustín Ortiz Pincheti, su compañero de lucha. Alguien cercano a aquél me dice, “era su hermano”. Claudia Sheinbaum habla. Despeja dudas, como si las hubiera: “no hay marcha atrás, no va a haber traiciones”. El Presidente recuerda a los de antes -como en campaña- y les habla en veracruzano: “humillaban al pueblo. ¡Eso ya se fue al carajo, al carajo!” La gente se prende. Celebra otra vez a Claudia… “ya hasta quisiera yo que fuera el día de entregarle la banda”. Un rato más tarde, en Minatitlán, otro espaldarazo, espontáneo, e inédito. De pronto se levanta mientras habla la Presidenta electa, toma su micrófono y canta: “eees un-honoooor estar con Claudia-hooooy”. Y en su turno al bat “va a ser la mejor presidenta del mundo mundial”. Antes de irnos AMLO tira una frase que desconcierta un poco: “Confieso que estoy tranquilo. No quiero adelantar vísperas, pero pronto voy a dar gracias al Creador y gracias a la vida”. Se seca el sudor. Se guarda el pañuelo en la bolsa trasera derecha del pantalón. Dijera Chava Flores, muy cerca del corazón. Camioneta rodeada de gente al salir. Tarda 25 minutos en avanzar media cuadra. No tiene prisa de llegar al lunes.
@diazbarriga1
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