Se ha vuelto normal cuando se habla de tráfico de drogas desde México a Estados Unidos el discurso de nuestro gobierno y de aquellos que repiten lo que dice el gobierno hasta el cansancio. Es algo así: “Pues que dejen de drogarse, malditos gringos sin familia, sin cultura, sin tradiciones, bola de adictos”. A veces, pocas, hay una especie de compasión: “Qué tragedia; miren, tenemos cómo ayudarles, les mandamos nuestras campañas de prevención”.
Es decir, en el gobierno mexicano, no solo este, sino desde hace un rato, hay una lógica que dice: este es un problema de demanda, si no hubiera tanta demanda no habría oferta. Si se dejan de drogar no habría narcotraficantes. Además, se agrega desde acá: ¡ya agarren a sus traficantes!
Okey. El problema es cuando nosotros nos quejamos y hasta iniciamos procedimientos legales por la exportación de otro producto, ilegal en nuestro país, desde Estados Unidos: las armas.
Como en toda actividad ilegal, es imposible saber con precisión cuántas armas se trafican a México. Los cálculos andan por unas 250 mil al año, la mayoría desde Estados Unidos; en Texas están los principales proveedores.
El sexenio pasado se decomisaron alrededor de 10 mil armas por año. Lejos de la cantidad que llega.
Frente a eso demandamos, nos quejamos y repetimos que nosotros nos quedamos los muertos. Cierto. Salvo que si hay ese tráfico ilegal, pues quiere decir que hay demanda, hay consumidores, en este caso asesinos.
Los reclamos desde aquel lado de la frontera no aluden a la familia, ni a la cultura, ni a las tradiciones… pero sí dicen, más ahora, que son, que somos criminales, terroristas, ¿adictos a las armas?, ¿mexicanos matones?
Supongo que si el gobierno de México tiene razón en llamarlos drogadictos — basta ver el número de muertos por adicciones en EU—, pues algo de razón tendrían los del norte en llamarnos asesinos —veamos el número de muertos y agresiones con armas de fuego—.
Y es por eso por lo que vuelvo a un asunto que he mencionado hace ya algún tiempo: por qué cada país no se encarga de su problema. Empezando por la frontera. No quieres que lleguen drogas a tu país, pues controla tu frontera. No quieres que lleguen armas al tuyo, pues ponte a trabajar en la tuya.
Acaban de llegar 10 mil soldados más a la frontera. Qué tal si en lugar de decomisar fentanilo que va al norte decomisan armas que vienen al sur. Y otros más empiezan a localizar las decenas de miles que ya están aquí, las que desde aquí se demandan.