Hace un par días el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) de Chiapas comunicó que ha registrado 295 renuncias de candidatos.
La repartición por partido corresponde a las preferencias en las más recientes elecciones, es decir, a hay más de los partidos que gobiernan y que serían favoritos para gobernar. La mayoría son del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), con 54; Morena, con 49; Partido del Trabajo, con 35; Partido Encuentro Solidario Chiapas, con 32; coalición Fuerza y Corazón por Chiapas, con 30; PRI, con 26; Partido Podemos Mover a Chiapas, con 14; Partido Chiapas Unido, con 13; Partido Popular Chiapaneco, con 12; PRD y Partido Redes Sociales Progresistas Chiapas, con nueve; Movimiento Ciudadano, con siete, y PAN, con cinco.
Estas son renuncias. Hay que aumentar los asesinatos de candidatos y aspirantes, los desplazamientos, la violencia.
Y aunque el intituto no dice la razón ni los renunciantes están obligados a darla, no creo que haya duda de que se trata de la intervención del crimen organizado.
Hace unos días dijeron los obispos chiapanecos:
“Nos preocupa la realidad que estamos viviendo en nuestro estado. La ola de violencia presente en nuestras diócesis que desestabiliza a la sociedad y que en muchas ocasiones es generada por el crimen organizado. La presencia de la corrupción a todos los niveles de gobierno que tanto daño genera en el bienestar de las comunidades y familias. Consideramos que en todas las regiones del estado que están siendo afectadas por la violencia, los desplazamientos o controladas por el narcotráfico, no hay condiciones para que las elecciones se lleven a cabo. Exhortamos a los candidatos a cargos públicos den propuestas concretas para responder a las cuestiones más urgentes: violencia, inseguridad, narcotráfico, pobreza, explotación de la tierra, salud, educación”.
Ayer se habló de seguridad en Tlatelolco.
Muy lejos de Chiapas.
Pero pase lo que pase el 2 de junio en Chiapas, peor, por lo que pasará el 2 de junio ahí —una elección controlada en muchas regiones del estado por el crimen— debería ser la prioridad de quien gane la Presidencia.
Es paradójico. Un Presidente tabasqueño, que dice amar el sur mexicano, que tiene un rancho en Chiapas, solo sabe decir que se “está magnificando” lo que ahí sucede
No, lo que se magnificó en estos años es el terror.